Europa ya no mira (solo) al oeste

Estados Unidos y Europa decidieron apoyarse en su camino desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La colaboración entre ambos bloques siempre ha pasado por altos y bajos, representados directamente en dos figuras, las de Barack Obama (figura idealizada en Europa que mostró una buena sintonía con la administración europea) y Donald Trump la que parece haber provocado el hartazgo de Europa. Y no hablamos solo de la clase política del Viejo Continente.

22 de jul. de 2020

Trump se ha encargado de igualar Europa a aquellos que son considerados por él como competencia. Y Europa nunca se sintió así antes. Para el presidente de los Estados Unidos, Europa es “una estafadora” contra la que “lucha lo más fieramente que puede luchar”. La propuesta de aranceles a muchos de los productos europeos, la limitación de entrada a su país, las amenazas a los estudiantes que no tengan clases presenciales con volver a sus países de origen o la tensión patente en todos los procesos de la OTAN, han provocado que muchos europeos piensen que la conexión con el natural aliado de Europa deba, sino desvanecerse, atenuarse. Y esto lo demuestra una nueva encuesta del ECFR realizada en nueve países, representando más de dos tercios de la población de la Unión. En ella se muestra un enorme deterioro de la percepción pública de EEUU.

Como ya hemos dicho, la relación entre los ciudadanos europeos y la administración estadounidense siempre ha tenido fluctuaciones. Pero ¿qué futuro puede existir en tanto se pueda llegar a dar un cambio en las próximas presidenciales? No hay muchas esperanzas en que el cambio sea suficiente, sin tener en cuenta que Trump pueda llegar a ser reelegido, algo probable.

Desde Europa parece perderse la fe en que Estados Unidos pueda ser el líder en el que nos apoyábamos. Muchos ciudadanos no confían en una ciudadanía capaz de dejarse guiar por estos líderes y por tanto no creen que los esfuerzos diplomáticos deban ser dirigidos en su mayoría al oeste.

Todo esto puede llegar a empoderar a la Unión Europea, ser más conscientes de que debemos dar un paso adelante, ser capaces de formar una verdadera unión que avance en aspectos que, de momento, son testimoniales. La voz de los europeos al exterior debe ser una sola. La defensa de la OTAN debe dejar paso a la creación de un único ejército europeo. Y por supuesto debemos de buscar el encaje fiscal y ejecutivo que provoque la verdadera unión federalista por la que muchos trabajamos.

En el momento en el que el liderazgo de la escena internacional se tambalea, Europa debe creer en si y debe apostar por si misma sin olvidar a sus aliados (que pueden provenir de otros lares como Oriente o Suramérica). Es esto lo que Volt cree y defiende, una Europa más justa y más fuerte, capaz de hacer frente a los numerosos retos que tenemos por delante, tanto los sanitarios, ambientales o económicos. Y es por lo que seguiremos luchando.