Podemos ganar la paz
Volt España apuesta por el sentido práctico y realista para lograr la estabilidad en Gaza
No hace falta una sensibilidad excesiva para que las imágenes que han quedado del desastre del pueblo palestino causen horror. Tampoco parece fácil que nos sustraigamos a la memoria de estos dos años de espectáculo macabro, desde la horrible jornada del 7 de octubre de 2023 hasta este mismo momento, en el que por fin ha aparecido una perspectiva mínima para proyectar algo más que exterminios y venganzas hacia un futuro todavía doloroso e incierto. Visto lo sucedido, probablemente ninguna solución pueda verse como plenamente satisfactoria para ninguna de las partes, y mucho menos si contemplamos la larguísima cadena de hechos y despropósitos, de cerrazón y de prejuicios, que han derivado en esta espantosa realidad, de la que no queda más remedio que partir, porque ya nada puede convertirse en ideal como pasado.
Desde Volt evitamos juzgar a ninguna de las partes; cualquier análisis en ese sentido creemos que solo conduciría a eternizar el conflicto, a incitar a un bando o al otro a avivar un fuego devastador, sin objetivo y sin salida. Tampoco nos parece el momento de entrar en críticas de salón sobre un proyecto de estabilización nunca fácil de diseñar, y que tampoco va a resultar en absoluto sencillo de implementar en la práctica. El mundo tiene delante algo más que las armas, el terror y el desprecio por la vida para abrir una nueva etapa en ese punto del extremo sudoriental de Asia. Nadie va a devolver nada de lo perdido, ni probablemente vaya a haber nunca un juicio sobre las bases asépticas del derecho para los auténticos responsables de las atrocidades cometidas, se hayan perpetrado con más o con menos recursos; con más o menos potencia o eficacia destructiva.
Empezar desde aquí entendemos que significa abrir una nueva página. Las personas, las familias supervivientes creemos que necesitan este estrecho y muy delicado camino hacia una serenidad suficiente como para asentar una nueva forma de convivencia; para que aquel implante con rechazo de 1948 pueda entrar por fin en proceso de normalización, a pesar de que para ello haya que aceptar como definitivos sucesos sobradamente conocidos de la historia, no solo a partir de ahí, sino también muy anteriores. La construcción de una humanidad que utilice sus capacidades para crear bienestar y oportunidades para todos sus miembros necesita este ejercicio de generosidad, en el que el dolor sirva únicamente para marcar la pauta en la marcha hacia esa nueva dimensión de la concordia.
También parece un buen momento para dejar de lado desconfianzas o reticencias, cuando el plan al menos marca objetivos muy valiosos para, sobre todo, personas que han sufrido hasta el infinito, y que merecen que aprovechemos esta oportunidad que se presenta, para que lo que queda, material y emocionalmente, pueda convertirse en un verdadero hogar para sus existencias. Nadie gana nada con enfrentamientos de este tipo. El éxito aquí solo consiste en la triste y absurda satisfacción de causar al enemigo un daño más grande que el propio, aparte de alentar el odio y la sed de sangre, imposible de saciar por esta vía. Salir de la espiral significa aceptar muchas renuncias, pero hacerlo también se convierte en el camino para abandonar la rueda del hámster, en la que un pensamiento mórbido lleva a la ilusión de que lo sucedido en el pasado puede borrarse y convertirse en victoria en un pretérito, en realidad, ya definitivo.
Sobre todo para quienes vivimos fuera del conflicto directo, nos parece mucho más importante proyectar una visión serena que ver esto como un encuentro deportivo, en el que nos entregamos desde nuestra comodidad pasiva al apoyo de nuestros colores. Queremos que nadie en estas circunstancias vea esto como una realización personal o el éxito de su causa teórica, sino como la coyuntura vital de millones de seres humanos que tienen la oportunidad de ver una luz liberadora. Apostamos por apoyarla y alentarla, y porque la increíble capacidad técnica que se ha utilizado en esta catástrofe se ponga al servicio de una humanidad mejor.
No le pedimos a nadie que reniegue de su pensamiento o de su capacidad crítica, pero sí deseamos fervientemente que mantengamos el objetivo en hacer un futuro realmente mejor. Solo eso podemos ganar.