Torre Pacheco y el triunfo del discurso del odio
Lo ocurrido en Torre Pacheco es una señal de alarma. Y hay que tomársela en serio.

La agresión a un ciudadano mayor debe ser condenada sin matices y juzgada con todas las garantías. La violencia no tiene cabida en una sociedad democrática. Pero responder con más violencia, señalando colectivos enteros inocentes y atacando instituciones públicas, no es justicia: es barbarie.
Lo que estamos viendo no son reacciones espontáneas. Son el resultado de años de discurso del odio normalizado desde las instituciones. De una política irresponsable que ha hecho del miedo su única herramienta.
La seguridad no nace del enfrentamiento entre vecinos.
Nace de un Estado que protege, escucha y actúa.
Y eso exige actuar con rigor y sin complejos:
Atacar el abandono institucional de muchas zonas rurales y periféricas.
Garantizar servicios públicos, empleo digno y vivienda.
Combatir el racismo, también cuando se disfraza de indignación.
Defender con firmeza el principio más básico de una democracia: que los derechos son para todos, o no son para nadie.
Investigar a los partidos políticos que fomentan los discursos de odio y alientan a la violencia mediante la difusión de mensajes alterados, falsos y agresivos; tales como los vertidos por el partido Vox en la Región de Murcia.
España no necesita más división.
Necesita más Estado capaz de responder a las necesidades desatendidas de la ciudadanía.