La batalla contra el euroescepticismo la debe liderar España
Durante la presidencia del Consejo de la UE, España debe liderar la reforma institucional para abordar el creciente antieuropeísmo y ganar la confianza de la ciudadanía
Hace tiempo que en España dejó de escucharse la retórica antieuropeísta que tan común fue durante la crisis financiera de 2008, pero este no es el caso para otros países de la Unión Europea. Mientras en Hungría los mensajes incendiarios contra Bruselas son el pan de cada día, España se ha convertido en uno de los países más europeístas de la Unión. Es esta una buena noticia para los que apoyan una mayor integración entre Estados Miembros, en especial mientras España ostenta la presidencia del Consejo de la UE; una afortunada coincidencia que no debería desaprovecharse. Y es que teniendo en cuenta el enorme peso político que tiene España en la Unión, es su responsabilidad tomar medidas para poner freno al antieuropeísmo, un reto que nunca fue prioridad de nadie, pero que podría tener enormes consecuencias.
Las prioridades de la presidencia, presentadas por el gobierno de Pedro Sánchez, aunque orientadas a hacer frente a retos urgentes, como son la crisis energética o la necesidad de tener un sistema migratorio más justo y que respete los derechos humanos, no incluyen la reforma institucional como una de ellas. Es un tema poco, o nada llamativo, y que además genera mucho recelo entre algunos Estados Miembros, en especial los del centro y este de Europa. Sin embargo, en la reforma institucional está la clave para acabar con el antieuropeísmo.
La causa principal de este malestar social es la falta de confianza en las instituciones europeas. No es de extrañar que esto sea así. Comprender el funcionamiento de la Unión Europea es complejo, incluso para los que nos dedicamos en cuerpo y alma a ella. Tampoco es bien sabido el impacto que tiene en nuestra sociedad, y menos aún las maneras en las que los ciudadanos pueden contribuir a su desarrollo. El desconocimiento genera desconfianza, incrementando aún más la distancia entre el ciudadano y las instituciones. Sin embargo, para cerrar esa brecha, necesitamos reformar la Unión Europea.
Hay mucho escrito sobre qué mejorar y cómo mejorarlo. Hacer del Parlamento un órgano con iniciativa legislativa. Reformar la Comisión para que sea más eficiente y efectiva. Crear más canales de participación ciudadana, empezando por reformar la ley electoral, ya aprobada por el Parlamento Europeo. Acabar con el derecho a veto, para que ningún Estado, de manera individual, pueda truncar los avances conjuntos. Hay muchas, demasiadas propuestas. Pero de lo que no hay suficiente, es voluntad política.
La importancia de las reformas institucionales no debe ser subestimada. Al abordar las preocupaciones de los ciudadanos y mejorar la eficiencia de las instituciones europeas, la UE puede recuperar la confianza de sus ciudadanos y contrarrestar el creciente euroescepticismo. Esto no solo conllevará a un fortalecimiento de la Unión Europea como proyecto político, sino que también consolidará los beneficios que trae consigo. No basta con reconocer la importancia de las reformas, es necesario actuar con determinación política. La reforma institucional no puede ser solo un tema de debate académico o una cuestión secundaria en la agenda política. Debe convertirse en una prioridad fundamental para asegurar el futuro de la UE. Y si hay un país que puede liderar esta reforma, y fomentar la cohesión necesaria para llevarla a cabo, es España.
Mientras Francia y Alemania siempre han liderado la agenda política europea, España es percibida como un actor que podría tener mucha más influencia en la Unión Europea de la que actualmente tiene. Siendo la cuarta economía de la Unión, tiene las capacidades para hacer frente a la resistencia que sin duda surgirá ante estas propuestas. No será una batalla fácil. Muchos Estados miembros aún son muy reacios a la idea de una reforma institucional. Sin embargo, es crucial recordar que la Unión Europea fue concebida como un proyecto en constante evolución. No podemos permitirnos quedarnos anclados en el statu quo. Debemos avanzar, adaptarnos a un mundo en constante evolución, para hacer de la Unión Europea una realidad viva que responda a las necesidades de sus ciudadanos.
Durante la presidencia del Consejo de la Unión Europea, España tiene no solo la oportunidad, sino también la responsabilidad de liderar este proceso, presentando una agenda más ambiciosa. Es el momento de que muestre su firme compromiso con una Unión Europea más eficiente, democrática y transparente. Al hacerlo, España no solo estará defendiendo los intereses de sus ciudadanos, sino también los intereses de todos los europeos.
Clara Panella Gómez
Candidata de Volt España a las elecciones europeas de 2024