Populismo a examen
Por Aleksandra Sojka, investigadora postdoctoral Juan de la Cierva del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Carlos III de Madrid.
Hoy domingo 12 de julio se están celebrando en Polonia unas elecciones que serán claves para el futuro del país, e incluso, para el del continente y la Unión. Se trata de una segunda vuelta para elegir al Presidente de la Republica polaca, ya que en la primera vuelta ningún candidato obtuvo una mayoría suficiente, se enfrentan dos candidatos que representan dos visiones muy distintas de Polonia. Aunque ambos provienen de partidos de derecha (los candidatos de la izquierda han sido eliminados en la primera vuelta con menos de 3% de voto total), no podrían ser más diferentes uno del otro.
Por una parte, el actual Presidente Andrzej Duda es un fiel servidor de Jaroslaw Kaczynski, el líder del partido populista y ultraconservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwosc – PiS). Duda, un jurista que había sido miembro del Parlamento Europeo (PE), lleva cinco años en el puesto y en todo momento se ha dedicado a apoyar la contrarrevolución de PíS, cuyo objetivo es, bajo la excusa de querer “arreglar” los errores de la transición democracia, desmontar los contrapesos y garantías del sistema democrático polaco para perpetuarse en el poder a puro estilo Orban. Duda, quien entre sus deberes más importantes como Presidente de la República tiene el de defender la Constitución polaca, no ha hecho nada para detener el ataque a las instituciones democráticas, que ha llevado al gobierno polaco a un enfrentamiento con la UE aún no resuelto.
Por otra parte, tenemos a Rafal Trzaskowski, el candidato de la liberal Plataforma Cívica (Plataforma Obywatelska – PO). El partido que ya gobernó Polonia durante 8 años hasta el 2015, y que consiguió hacer de Polonia el único país europeo que ha evitado recesión en los tiempos de la Gran Depresion post-2008. El propio candidato Trzaskowski entró tarde en la campaña, sustituyendo a Malgorzata Kidawa-Blonska, cuando ésta decidió boicotear la elección prevista para mayo, en plena pandemia y confinamiento (finalmente, y con dudosa base legal, la elección se había pospuesto para finales de junio). Trzaskowski es alcalde de Varsovia, y también había sido europarlamentario, además de ministro de integración europea, habla cinco idiomas y es Doctor en Ciencias Políticas. A pesar de su envidiable curriculum, tiene un problema importante – su asociación directa con Donald Tusk, el líder de PO, quien fue Presidente del CE y sigue en Bruselas como líder de Grupo del Partido Popular Europeo en el PE. Mientras Tusk era el primer ministro, Polonia experimentó un crecimiento económico ininterrumpido, sin embargo, la falta de redistribución y la corrupción en el partido han oscurecido esos logros y han llevado a una parte importante del electorado a confiar en PiS y sus promesas de protección social que el gobierno liberal de Tusk ha descuidado.
En la campaña, Duda, apoyado por Kaczynski y el aparato de su partido nacional populista, se ha centrado en prometer seguir aumentando la protección social, sobre todo para familias y mayores, mientras que vilificaba a los colectivos LGTBI+, cuya supuesta ideología, según él, pone en peligro a los polacos. Duda apoya la educación religiosa católica obligatoria, rechaza la transición ecológica en un país que depende de carbón, e incluso ha declarado que no apoyaría que la vacuna del Covid fuera obligatoria, ya que es «como la gripe». Uno días antes de la primera vuelta, visitó a Donald Trump, dejando claras las prioridades de su política exterior. Por otro lado, Trzaskowski representa a la Polonia más cosmopolita, abierta, claramente pro-europeísta (quiere volver a hacer de Polonia un socio de confianza para la UE y ha declarado que, si sale elegido, su primer viaje sería a Bruselas, Berlín y París), apoya separación entre iglesia y Estado, y habla de la urgencia de la transición ecológica.
El contraste no podría ser mayor, pero también lo es la división en el país. Según las encuestas ambos candidatos están absolutamente igualados y la elección se decidirá por un margen muy pequeño. El electorado de PiS (y por tanto, el de Duda) está más cohesionado y suele ser más movilizado, no tanto por los valores que representa, pero por la satisfacción con la protección social que ha implementado PiS en estos 5 años de gobierno. Por otra parte, Trzaskowski ha logrado lo que no lograba la oposición polaca hace mucho tiempo – superar la fragmentación y movilizar a los que están cansados del conflicto entre PO y PiS, cuyas peleas llevan determinando todo en la política polaca desde hace más de una década. La participación electoral de los diferentes grupos será clave para el resultado final, por lo que el Ministerio de Interior prometió regalar camiones de bomberos a los pequeños municipios con mayores niveles de participación mientras que el Primer Ministro Morawiecki recientemente animaba a los mayores a ir a votar sin miedo al coronavirus (ambos, electorados con más apoyos hacía PiS y Duda).
Finalmente, es importante destacar que las elecciones en Polonia aún son libres, pero no del todo justas, como manda la Constitución. La televisión pública se ha convertido en un medio de pura propaganda que recuerda a los tiempos comunistas ya que está constantemente hablando de los logros de Duda mientras que vierte mentiras sobre cualquiera que sea considerado un enemigo de PiS. Sus noticias hacen pensar que los polacos están asediados por las elites liberales de la globalización, los inmigrantes y los refugiados, los judíos, los gais y lesbianas, o las feministas. Mientras tanto, el gobierno de Morawiecki lleva semanas haciendo campaña a favor del Presidente por todo el país, en vez de estar resolviendo los problemas surgidos a raíz de la pandemia.
Otra cuestión importante, es que los votos de los polacos en el extranjero importan más que nunca ya que la victoria de uno de los candidatos puede producirse por un margen muy pequeño. Se han registrado medio millón de solicitudes para poder votar en el extranjero en esta segunda vuelta, y en la gran mayoría de países, Trzaskowski obtuvo una aplastante victoria en la primera vuelta (Duda sólo ha triunfado entre la inmigración más antigua en EE. UU, políticamente mucho más conservadora). Los consulados han sido abrumados con esta movilización y este electorado ha experimentado grandes dificultades para poder votar en la primera vuelta, unos votos que podrían ser claves para una victoria de Trzaskowski en esta segunda ronda.
En definitiva, la elección de este domingo es un duelo entre el populismo nacional conservador y reaccionario, y el liberalismo económico y social pro-europeísta. El dilema clave de los tiempos de globalización, que los politólogos solemos llamar el clivaje entre demarcación e integración, personificado. Los resultados, determinarán el curso político de Polonia, pero también de Europa, ya que determinará qué tipo de socio tendrá la UE en este país, el quinto más poblado en la Unión y con el que la Comisión Europea mantiene un pulso sobre el asalto a las instituciones democráticas.