Sobre la COP26
Desde el comienzo de la COP26, y con las sonoras ausencias de China y Rusia, muchos creían que esta reunión mostraría, una vez más, que los líderes mundiales tienen pocas intenciones de luchar contra el cambio climático.
Sin embargo, existía la esperanza de que Estados Unidos compartiese la posición líder que, desde hace años, ocupa la Unión Europea.
Tras dos semanas de intenso debate, la cumbre climática finalizó con una serie de propuestas y un documento final. Es el momento de valorar las promesas que se han hecho, y asegurar que se den los pasos necesarios y que no quede todo en un “bla bla bla”, como criticaba la activista Greta Thunberg.
Destacamos los principales puntos que se incluyen en el documento de Glasgow:
Por primera vez en treinta años se considera al carbón como causa principal del problema, algo que muchos países se resistían a reconocer.
Hay una duplicación significativa de los fondos para ayudar a los países en vías de desarrollo a adaptarse a los impactos del cambio climático, así como la perspectiva de un fondo nuevo con mil millones de dólares al año a partir de 2025, en comparación con el objetivo actual de cien millones de dólares al año.
Se solicita a los países que actualicen, a más tardar el año entrante, sus objetivos de reducción de emisiones de carbono para 2030.
Se hace un llamado a reducir gradualmente «el uso del carbón como fuente de energía y los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”.
Se establecerá un diálogo sobre justicia climática. Se considerará la posibilidad de pagar reparaciones por el daño medioambiental causado hasta ahora. para examinar el tema de dinero a cambio del daño que el cambio climático ya ha causado.
Lo que deja claro la COP26 es que la diplomacia ambiental está en continuo trabajo. Las reuniones maratonianas entre países más reticentes y aquellos que intentan liderar el cambio han sido constantes. El cambio de palabras en las conclusiones (phasedown y phaseout con respecto al carbón) o las cesiones que se deben realizar para conseguir las firmas de hasta los doscientos participantes provocan que no exista todavía un acuerdo global que satisfaga el objetivo de París: no sobrepasar el aumento de 1,5ºC de la temperatura global. Sin embargo, en Glasgow se vivió una sensación de volver a apostar por la cooperación internacional, que se había enfriado tras la retirada de Estados Unidos y un año marcado por la pandemia global. Esto se ha visto reforzado gracias a algunos anuncios que se dieron a lo largo de la conferencia:
Cooperación entre EE.UU y China en una declaración dispuesta a impulsar la cooperación en temas climáticos a lo largo de la próxima década en temas como las emisiones de metano, la transición a una energía limpia y la descarbonización.
Acuerdo entre más de 20 países, incluyendo Estados Unidos, Canadá, España e Italia, para acabar con la financiación pública y las subvenciones a los combustibles fósiles antes de finales de 2022. China, Japón y Corea del Sur no lo han firmado.
Se crea la Junta de Normas Internacionales de Sostenibilidad, que permitirá a las empresas adoptar criterios armonizados y globales de información en materia medioambiental, social y de gobernanza.
Se insta a todos los países a mejorar ya sus programas nacionales de reducción de emisiones a fin de conseguir en 2030 un ajuste del 45% respecto a las cifras de 2010.
Se acuerdan las reglas para el mercado de créditos de carbono (artículo 6 del Acuerdo de París), cuya falta de desarrollo había provocado en los últimos años la doble contabilidad en la medición de la reducción de emisiones.
Los líderes de más de cien países, representantes de casi el 85% de los bosques del mundo, prometieron frenar la deforestación para el año 2030.
Hasta cien países acordaron la firma para la reducción de un 30% de las actuales emisiones de metano para 2030, uno de los gases de efecto invernadero que más afectan al calentamiento global.
Más de cuarenta países, incluidos los principales consumidores, acordaron reducir el uso del carbón, pero no su eliminación, una de las principales batallas de esta COP26.
Aun con todos estos acuerdos, la principal duda es saber si hacemos lo suficiente para que el mundo no se caliente más de 1,5 grados. Según las proyecciones de la organización Climate Action Tracker, si se cumplen todos y cada uno de los objetivos anunciados (los obligatorios y los voluntarios, los de las estrategias a largo plazo y las llamadas contribuciones determinadas a nivel nacional, o NDC en inglés) la subida de la temperatura a finales de siglo podría limitarse a 1,8º centígrados, no lejos del objetivo de 1,5º fijado en el Acuerdo de París. Sin embargo, aceptar esta proyección es ser demasiado optimista.
Fuente: climateactiontracker.org
Desde Volt animamos al papel líder que la Unión Europea está teniendo frente a este desafío y animamos a dar aún más pasos hacia la eliminación de todos los combustibles fósiles en nuestro continente (no solo el carbón). Queremos ser los que lideremos la transición energética global necesaria y por ello optamos por un paquete de medidas estudiadas y que queremos ver implementadas cuanto antes. Si te interesa saber más puedes ver nuestras propuestas aquí.