Día Mundial del Agua
¿Por qué las aguas subterráneas merecen su propio Día Mundial del Agua?
Las aguas subterráneas, que centran el Día Mundial del Agua de este año, representan solo el 0,1% de las moléculas de agua en la tierra; sin embargo, son la única fuente permanente de agua dulce. Son, con mucho, el recurso más valioso y esencial para la vida fuera de los océanos, y ha estado en equilibrio con la ecosfera desde la última edad de hielo hasta hace unos 150 años. Desde entonces, una amplia gama de intervenciones humanas ha disminuido los niveles de las aguas subterráneas y, en ocasiones, las ha contaminado al mismo tiempo. En este post revisaremos diferentes ejemplos de crisis (inminentes) para las aguas subterráneas en todo el mundo y dibujaremos un panorama general de los factores relacionados con ellas, como el cambio climático, las desigualdades socioeconómicas, el comercio mundial, la salud y la gobernanza. A nada que prestemos algo de atención, es fácil ver cómo necesitamos que el ciclo de las aguas subterráneas funcione correctamente si queremos lograr la mayoría de los 17 objetivos de sostenibilidad de la ONU, pero es que es una necesidad fundamental para alcanzar 8 de ellos. El agua fluye a través de nuestro ecosistema como la sangre por nuestras venas, y cualquier alteración en el corazón que la bombea, o sea, los acuíferos de agua subterránea en el conjunto del planeta, tiene consecuencias tan drásticas como tendría en nuestro cuerpo humano.
Un poco de teoría: el acceso al agua por regiones
A menudo escuchamos cifras impactantes sobre las grandes cantidades de agua que son “necesarias para producir” un kilo de carne, un aguacate o una prenda de vestir. Pero, ¿qué significa eso realmente? ¿No habíamos quedado en que el agua pasaba simplemente de una forma a otra y que al final solo seguía un ciclo? A escala global la respuesta es sí, siempre que no tengamos en cuenta la contaminación del agua, de la que hablaremos en la segunda parte del post. Pero ese problema de “las cantidades necesarias” es una realidad cuando descendemos del nivel global al regional. La disponibilidad de agua en un lugar concreto está determinada por dos factores simples:
¿Cuál es el flujo neto de agua que entra o sale de una región a lo largo del tiempo, incluida la recarga de las aguas subterráneas?
¿Cuánto bombeo de aguas subterráneas se necesita para compensar la falta de agua en la superficie, es decir, del agua que procede de la lluvia, de los ríos y de los lagos?
En pocas palabras: cuando hablamos de crisis mundiales del agua queremos decir que muchas regiones han experimentado un uso creciente de agua que provoca un flujo neto hacia el exterior del sistema; de esta manera, en estas regiones se acaba por usar demasiado volumen de agua subterránea para compensar esta salida, y por lo tanto se gasta o agota el acuífero. Ya desde 2012 se sabe que al menos el 20% de los acuíferos mundiales están siendo sobreexplotados [1].
Ilustración 1 – Fuente: Universidad de California en Irvine; WhyMap; Margat, 2008; Margat and van der Gun, 2013, Groundwater Around the World, citado de un artículo de National Geographic escrito por Laura Parker [2].
Un consumo de agua insostenible: ¿a dónde se van las aguas subterráneas a escala mundial?
En primer lugar, una disminución neta de las entradas de agua en los acuíferos, o sea, si comparados con niveles anteriores hay cada vez menos agua en el subsuelo en una determinada zona, puede estar obviamente relacionada con episodios de clima extremo. Se predice que estos episodios de clima extremo serán más frecuentes e intensos a medida que aumente la temperatura media mundial [3], tanto en forma de sequías prolongadas como en forma de aguaceros tormentosos, que no le dan al agua tiempo suficiente para filtrarse al suelo, y esta fluye inmediatamente a los ríos y, en última instancia, a los océanos.
Sin embargo, y dejando a un lado ahora al cambio climático, la causa humana que tiene un efecto más directo y más identificable en la reducción de los acuíferos es la extracción de agua subterránea y su posterior evaporación a través de la agricultura, lo que provoca un consumo de agua insostenible. Los principales productos responsables de este consumo de agua insostenible son lo que se denomina “cultivos sedientos”, es decir, aquellos que presentan una alta evapotranspiración durante su crecimiento. O sea, estos consumos de agua insostenibles son causados por un gran movimiento de agua que se usa para regar, que va del subsuelo a la atmósfera, pero que cuando regresa en forma de lluvia no lo hace en el mismo sitio, lo que conlleva una pérdida neta de agua para este área y, por lo general, en una transferencia de agua a lugares de la Tierra que ya tienen suficiente. Esta mala distribución de la lluvia se espera que se amplifique con el cambio climático [3], [4]. Ejemplos de “cultivos sedientos” son el trigo, el arroz, el algodón, el maíz, la caña de azúcar, las frutas y hortalizas, la almendra y la alfalfa (un forraje importante para el ganado). De hecho, los dos últimos, almendra y alfalfa, por sí solos consumen alrededor del 25% del agua de riego de California, lo que nos puede servir de ejemplo [5].
Dependiendo del acuífero del que estemos hablando, las consecuencias son unas u otras. Por ejemplo, sabemos que la agricultura de California, en su configuración actual, es cada vez más vulnerable: si bien aproximadamente un tercio del riego en ese estado se realiza con aguas subterráneas, este porcentaje puede duplicarse durante períodos de sequía, como el que sucedió entre 2012 y 2016, que llegó a amenazar el suministro de agua de la región [6]. En el aspecto económico, los agricultores de California también sufrieron una reducción significativa de las ganancias agrícolas debido al aumento de los costos de bombeo y a la reducción de los rendimientos de los cultivos [7] y es evidente que de seguir así llegaremos a un momento en el que la industria agrícola no podrá seguir existiendo debido al agotamiento del acuífero del Valle Central de California. Sin salir de Norteamérica, problemas similares se dan en Kansas, una de las regiones productoras de maíz más grandes del mundo, donde el nivel del agua en el acuífero Ogallala ha disminuido drásticamente y los agricultores se han metido en una competición con sus vecinos de a ver quién extrae las últimas gotas, al perforar pozos cada vez más profundos.
Cuando los bienes cultivados de esta manera se comercializan internacionalmente, el efecto de esta evaporación también se puede cuantificar en términos de «flujos de agua virtuales». La ilustración 2 [8] ilustra estos flujos, que se llaman virtuales porque, aunque la cantidad real de agua que se exporta en el producto no es en sí demasiado relevante, el país importador evita los grandes volúmenes de evaporación de su propia agua al no producir el producto. El flujo de agua virtual más significativo en Europa opera desde España hacia Francia, mientras que a escala global especialmente los flujos de agua virtual hacia China están ya acumulando importantes desequilibrios, con un consumo insostenible de aguas subterráneas que afecta a India, a los Estados Unidos y a varios países de Asia central.
Ilustración 2 [Parte inferior de la ilustración 5 de [8]]: Consumo de agua no sostenible incorporado en el comercio internacional de alimentos entre los años 2000 y 2015. Los países exportadores netos están pintados de verde claro y verde oscuro. Los importadores netos están coloreados de ámbar y rojo. Las flechas indican el tamaño relativo de los 15 mayores flujos de agua virtuales insostenibles en el mundo.
Los distintos aspectos negativos de la consunción del agua
Por poner un ejemplo más local, Andalucía es famosa a escala internacional por cultivos que requieren una gran necesidad de agua, ya que es el principal productor de aceitunas, fresas, cítricos y aguacates para el mercado europeo [9]. Siendo una región árida, ha visto cómo se intensificaba la crisis de sus acuíferos debido a la perforación ilegal de pozos para formas de agricultura no sostenible, un problema que los esfuerzos políticos han intentado abordar en las últimas décadas sin un éxito significativo en la aplicación de la ley [10]. Esto representa una amenaza futura para todo el sector y además causa omnipresentes problemas de salinización e incluso de desertificación, que afectan en particular a reservas naturales como el parque nacional de Doñana: la importancia central para la biodiversidad de Doñana se conoce desde hace décadas como también se conoce que su vulnerabilidad pasa directamente por el agotamiento del acuífero local [11], [12].
Además de España, otros estados europeos han presenciado muy de cerca el impacto negativo de la gestión precaria de las aguas subterráneas: durante los años secos y cálidos de la última década, incluso aquellos bosques y campos aparentemente robustos en el centro y norte de Europa se han degradado debido a la disminución de los niveles de las aguas subterráneas. Mientras que los bosques se enfrentaban a altas tasas de árboles muertos, los campos de cultivo veían cómo disminuía su fertilidad. En el caso de los bosques, las infestaciones por plagas se han visto exacerbadas por el monocultivo de piceas, ya que los escolitinos (escarabajos horadadores de la madera) podían propagarse sin freno en esta especie. En lo que a los cultivos se refiere, se ha demostrado que los métodos de agricultura orgánica han preparado los suelos mucho mejor para prolongados períodos de sequía, mientras que las áreas cultivadas en agricultura convencional veían empeorar la calidad de su suelo. En ambos casos, plantaciones de madera y cultivos, las pérdidas de biodiversidad afectaron a la capacidad del ecosistema para resistir el estrés por calor, crear un clima local fresco y almacenar agua en el suelo de manera más efectiva.
Además, algunas decisiones de las últimas décadas también han tenido efectos secundarios en las superficies de uso agrícola: algunas transformaciones de suelos en tierras de cultivo, por ejemplo, el drenaje de turberas en los países del centro y norte de Europa, han provocado una liberación continua de CO2 del suelo. La rehumidificación de estas turberas drenadas sería una oportunidad fundamental para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y con solo que cambiase el nivel del agua subterránea en un 0,3% de la superficie terrestre global representaría el 5% del CO2global emitido [13]. Aumentar la cantidad de turberas en todo el mundo también estabilizaría el clima en general ya que, al igual que los bosques, estas tienen un efecto de esponja que puede equilibrar los fenómenos meteorológicos extremos y proteger la biodiversidad [3]. Sin embargo, compensar a los agricultores por la pérdida de estas tierras al cultivo o al menos permitirles realizar nuevas formas de agricultura en tierras rehumedecidas es un reto transformador clave.
En resumen, el uso agrícola es uno de los principales vectores del estrés de las aguas subterráneas y sigue representando alrededor del 70% de la extracción mundial de agua. Sin embargo, debemos tener en cuenta que el consumo de nuestros núcleos urbanos y de la industria, así como la evaporación de los embalses han crecido de manera sostenida a lo largo del tiempo [14]. La proporción de estos usos del agua es especialmente alta en la UE, donde representa casi la mitad de nuestras necesidades totales de agua.
Este uso urbano del agua, por otro lado, puede provocar el hundimiento de ciudades. Es el caso de Yakarta, en donde este fenómeno conocido como subsidencia, ya ha llevado a la puesta en marcha de planes para reubicar completamente en otro sitio la capital de Indonesia. La parte norte de la ciudad se ha hundido 2,5 m en 10 años y, si combinamos el hundimiento de la ciudad con el aumento del nivel del mar, se calcula que el 95% del área urbana actual estará sumergida en 2050, lo que provocará el desplazamiento de hasta 10 millones de personas, con un impacto particularmente grave en las personas y familias más desfavorecidas socioeconómicamente. Beijing y Shanghái son otras megaciudades que sufren problemas similares, si bien a un ritmo más lento, y si continúan las tendencias actuales tendrán que enfrentarse a enormes daños en las infraestructuras.
Aparte de los efectos de agotamiento que causa la salinización, y que son visibles en la superficie, este fenómeno es un proceso peligroso y sutil que suele acompañar a la pérdida drástica del volumen de los acuíferos en las zonas costeras y en áreas con mucha irrigación. Por este motivo se estudian con preocupación el río Mekong, cuyo delta alberga a 20 millones de personas entre Vietnam y Camboya, y el acuífero subyacente. Las masas de agua subterránea que fluyen desde el interior hacia el mar permiten que el agua de mar penetre en el acuífero. En su obra, Gunninck et al. [15] afirman que, aunque “el volumen de agua subterránea dulce parezca ser enorme, […] la mezcla de agua subterránea dulce con agua subterránea salobre y/o salada es una grave amenaza para el volumen de agua subterránea dulce, lo que da como resultado que un régimen de extracción de agua subterránea aparentemente modesto se convierta fácilmente en no sostenible.” Esto pone los medios de subsistencia y la seguridad hídrica de millones de personas en una situación vulnerable. Además, recientemente hemos visto cómo esta salinización ha adquirido un componente geopolítico, ya que China ha construido varias presas río arriba y la han acusado de retener demasiada agua en ellas. La ilustración 3 muestra los niveles de salinidad modelados del agua subterránea del Mekong, y en ellos se ve que la parte de agua dulce está rodeada por capas saladas que se ciernen sobre ella.
Ilustración 3, tomada de la ilustración 11 en [15]: el modelo 3D del acuífero bajo el delta del Mekong y la distribución de agua dulce, salobre y salina (TDS = total de sólidos disueltos, es decir, todos los pequeños iones). Según los autores, el volumen de agua dulce presente en una capa de una profundidad concreta disminuye constantemente.
Un conflicto geopolítico de origen similar ya surgió hace años a lo largo del Nilo, cuando se inició la construcción del proyecto de la Gran Presa del Renacimiento Etíope. Es un buen ejemplo de estos proyectos que son parte bendición, parte maldición, dado que si bien el interés de la presa se justifica por sus más de 6 gigavatios de energía renovable para el desarrollo de África, también esta representa una amenaza existencial si no se usa en cooperación con los estados situados río abajo, Sudán y Egipto. De manera similar, la naturaleza y la agricultura del norte de México han sufrido por el uso excesivo de las aguas superficiales en los Estados Unidos, lo que ha provocado que en los años secos lleguen a México cantidades muy inferiores de agua. Como ha demostrado el histórico acuerdo del Punto 319 entre México y Estados Unidos para reconectar el río Colorado y el océano Pacífico, que ha conseguido restaurar rápidamente parte de la rica vegetación del delta, una acción internacional decisiva puede producir resultados que contrarresten las tendencias negativas de agotamiento del agua en el pasado. [16].
Finalmente, no debemos olvidar el riesgo real de que grandes cantidades de personas se conviertan en parte afectada de un conflicto en torno al agua, pero tampoco que conflictos en principio no relacionados con el agua pueden acabar afectando a su vez el acceso a ella. Como señalaba Laura Parker en National Geographic, “el [acuífero] más sobrecargado es el Sistema Acuífero Árabe, que suministra agua a 60 millones de personas en Arabia Saudita y Yemen. El acuífero de la cuenca del Indo en el noroeste de la India y Pakistán es el segundo más amenazado, y la cuenca Murzuk-Djado en el norte de África el tercero” [2]. En estas regiones, el agotamiento del agua puede exacerbar los conflictos existentes y desencadenar conflictos nuevos, y las víctimas frecuentes en esos escenarios serán las poblaciones pobres y marginadas, que son las primeras en perder el acceso al agua porque no pueden perforar pozos más profundos ni defenderlos. Volviendo a Europa, la guerra en el este de Ucrania lleva afectando a los ciudadanos de ambos lados de la frontera no oficial entre el territorio controlado por Ucrania y las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk desde 2014 [17]. Además de las noticias que afirman que la falta de bombeo de agua subterránea por parte de los separatistas ha inundado antiguas minas de carbón y, con ello, provocado la contaminación del acuífero compartido, las recientes escaladas de esta guerra sin duda conducirán a una todavía mayor escasez de agua en los meses y probablemente años venideros.
Y aunque tenemos a nuestra disposición una larga lista de ejemplos de mala gestión del volumen de agua preservado, también hemos dejado claro que también está en riesgo no solo la cantidad, sino la calidad. Este será el tema de la segunda parte de este post.
La calidad del agua subterránea: problemas para los que tenemos respuestas
A primera vista, la definición de calidad estaría en relación con la función del agua en el ecosistema que estamos analizando, y por esta razón la salud humana y la usabilidad para la agricultura han sido las perspectivas dominantes y convencionales. Sin embargo, debido a la naturaleza compleja de los problemas relacionados con la gestión del agua de la que hemos hablado justo hasta ahora, si examinamos el problema desde una perspectiva más integradora y moderna que preste atención a la salud y el equilibrio de todos los organismos en el sistema, tendríamos un mejor enfoque y no se nos escaparían futuras consecuencias cruciales.
La salinidad es uno de los indicadores clave de la calidad del agua, pero ya hemos hablado de ella en la primera parte del post y no vamos a profundizar más en ella. Sin embargo, tenemos que tener presente que es uno de los principales riesgos para la calidad del agua dulce en todo el mundo, y sirve de ejemplo perfecto para explicar cómo la cantidad y la calidad del agua subterránea pueden estar interrelacionadas.
Los costos invisibles de la fertilización
La sobrefertilización en la agricultura, ya sea por el uso excesivo de fertilizantes de origen mineral o por la aplicación de estiércol en los campos en regiones de alta densidad ganadera, tiende a provocar la acumulación de nitratos en el suelo, nitratos que acaban por pasar a las aguas subterráneas. En este problema se centraron las directivas europeas sobre nitratos, aguas residuales, agua potable y aguas subterráneas que se han venido aplicando sucesivamente en la UE desde la década de 1990 al amparo de la Directiva Marco del Agua. Estas leyes supusieron un paso importante para reducir la sobrefertilización existente y prevenir su aumento, ya que incluso entonces “el informe de la Comisión para el período 2004-2007 revela[ba] que el 15% de las estaciones de monitorización de las aguas subterráneas en la UE-27 encontraba niveles de nitrato por encima del límite de 50 mg/l de nitratos. Por otro lado, el 66% reportaba niveles por debajo de 25 mg/l” [18]. No es una broma: en 2018, Alemania fue condenada a una multa de 850 000 euros al día por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por no frenar la acumulación de nitratos: los niveles elevados de nitratos pueden ser muy dañinos cuando son consumidos por mujeres embarazadas y niños, y conducir al llamado síndrome del bebé azul. Además de eso, la sobrefertilización de los terrenos también puede traer como consecuencia la sobrefertilización de las aguas subterráneas y sus afluencias, lo que en los casos más graves resulta en la proliferación de algas en lagos y océanos que representan una grave amenaza para la estabilidad y la biodiversidad de esos ecosistemas. Zonas como los Países Bajos, Bélgica o las regiones del norte de España también enfrentan problemas críticos con sus acumulaciones de nitrato. En estos casos, y debido a la alta densidad de producción ganadera en la región, los productores literalmente no saben dónde poner todo el estiércol que producen sus animales.
Ilustración 4 [tomada de la p. 3 de [18]]: Niveles medios de nitrato ien aguas subterráneas, en mg/l. Los puntos en rojo indican lugares en los que la concentración de nitratos excede el umbral máximo recomendado para un consumo seguro
Para preservar la calidad del agua potable en las regiones con niveles altos de nitratos (y cumplir la legislación vigente de protección de las personas consumidoras), las redes de suministro de agua solo tienen dos opciones: o mezclan el agua rica en nitratos con agua de alta calidad para mantenerse por debajo de los umbrales de seguridad, o depurar directamente el agua rica en nitratos. En la primera opción, se necesita acceso a agua muy limpia, y esto se puede lograr cavando pozos más profundos para acceder a depósitos de aguas subterráneas en los que el nitrato aún no haya penetrado. Como es lógico, esto es solo una solución temporal, ya que las sustancias contaminantes se van a ir hundiendo gradualmente y se ha demostrado que lo hacen mucho más rápido de lo que se había previsto en determinados tipos de formaciones geológicas [19]. Por lo tanto, la opción de limpieza, actualmente poco común, es la más sostenible, pero las redes de suministro de agua estiman que, si se introdujese esta medida, los costos del agua potable podrían aumentar un 50% en la próxima década: las personas consumidoras pagarán el precio de una u otra forma si el problema no se ataca de raíz.
Las sustancias tóxicas en las aguas subterráneas de todo el mundo
Volviendo a una perspectiva más global, algunos de los problemas de calidad del agua que ya se han abordado en el pasado en la Unión Europea y en otros países industrializados, siguen dominando el debate actual para la mayoría de habitantes del planeta. Por ejemplo, Nigeria no prohibió el uso de gasolina con plomo hasta 2021, y la consecuencia lógica de esta respuesta tardía son el hallazgo repetido de cantidades no seguras de plomo en el agua potable por todo el país [20], [21]. Como Tong et al. afirmaron en una recensión, “la evidencia epidemiológica acumulada indica que tal exposición [al plomo] en la primera infancia causa un déficit perceptible en el desarrollo cognitivo durante los años inmediatamente posteriores a la niñez”, que además se ha probado que es irreversible [22]. Aunque los niveles globales de plomo en sangre en todas las poblaciones mundiales son cientos de veces más altos que en la época preindustrial, es tranquilizador saber que el problema se ha ido conduciendo en la dirección correcta en general y que también mejorará en Nigeria con el tiempo.
Aunque no tan conocida como en el caso de la agricultura, la industria textil también juega un papel importante en el consumo y la contaminación del agua. El cultivo de algodón no solo sostiene a una de las industrias con mayor consumo de agua del mundo, y ha contribuido a desastres ambientales como la desaparición del Mar de Aral debido a la mala gestión en la época soviética, sino que además el cultivo de algodón también es responsable del 24% de los insecticidas y el 11% de los pesticidas. a pesar de utilizar solo alrededor del 3 por ciento de la tierra cultivable del mundo [23]. Pero la contaminación que producen nuestras prendas favoritas no se detiene ahí. El documental «Vaqueros tóxicos, la cara oculta de la industria textil turca» da una idea de los flujos ilegales de residuos y los problemas de salud de las personas que trabajan y viven en los alrededores de las fábricas textiles de Turquía [24].
Y la lista continúa con todo tipo de sustancias: según Chouhan y Flora, “las intoxicaciones crónicas coincidentes con fluoruro y arsénico son una enfermedad endémica emergente en India y muchos otros países, incluidos China, México, Argentina y Bangladesh”. Estos autores piensan que «la contaminación por arsénico de las aguas subterráneas en la cuenca de Bengala Occidental en India se está convirtiendo como uno de los peores desastres geoambientales naturales hasta la fecha». Desde una perspectiva europea puede ser fácil pasar por alto que la población en esta región ronda los 100 millones de personas, y de ahí que las valoraciones sean tan drásticas, y eso sin que se conozcan bien los efectos del envenenamiento simultáneo con ambas sustancias [25].
India también se enfrenta a problemas con la calidad de las aguas subterráneas. La liberación a la naturaleza de excrementos humanos sin tratar propaga una amplia gama de enfermedades, de las que una de las más conocidas es la intoxicación alimentaria causada por E. coli. Este problema llevó al diseño de la campaña de cambio de comportamiento más grande del mundo, llevada a cabo por el gobierno indio entre 2014 y 2019, y que tuvo como resultado la construcción de alrededor de 100 millones de baños domésticos en este período. Aunque la campaña no alcanzó su objetivo de que desapareciese por completo la defecación al aire libre, se midió una diferencia significativa en la calidad del agua entre los pueblos con defecación al aire libre y los pueblos sin ella [26]. Al demostrar que las mejoras rápidas son alcanzables a través de medidas políticas, India ha probado que un problema sorprendentemente extendido puede tener también una solución increíblemente rápida. Según UNICEF y la OMS, “más de la mitad de la población mundial (alrededor de 4200 millones de personas), a pesar de los avances en materia de saneamiento, sigue utilizando servicios que dejan excrementos humanos sin tratar, lo que amenaza la salud humana y ambiental” [27]. Esta situación se verá incrementada por el cambio climático, como han señalado los científicos del IPCC en el resumen técnico de su informe de evaluación publicado a principios de este 2022: “Los cambios en la temperatura, las precipitaciones y los desastres relacionados con el agua están vinculados con una mayor incidencia de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, especialmente en regiones con acceso limitado a infraestructuras de agua potable, saneamiento e higiene (nivel de confianza alto)” [3].
¿Qué podemos aprender de estas historias?
Claramente, las aguas subterráneas y superficiales afectan por igual a la política internacional, el cambio climático, los problemas de la vida diaria de cientos de millones de personas y a factores socioeconómicos e infraestructurales, entre muchos otros. Pero si bien existen muchos problemas, también existen soluciones. Como siempre, la tríada de la responsabilidad individual, la acción política y la economía juega un papel central. Por ejemplo, siempre que las externalidades, es decir, el daño a los recursos comunes de la comunidad mundial que causan las acciones insostenibles, no estén repercutidas en el precio de los productos, el mal funcionamiento del ecosistema no se corregirá, al igual que sucede con algunas decisiones desinformadas de personas consumidoras y con políticas de subsidios mal diseñadas, que se siguen aplicando en estos momentos.
Por lo tanto, las soluciones efectivas solo se pueden implementar si un gran grupo de personas comprende lo que está sucediendo con nuestras reservas de agua y acepta algún tipo de responsabilidad personal, sin dejar por ello de presionar a sus representantes para que implementen las políticas y apliquen la ley correctamente. Las elecciones individuales tienen un impacto masivo en la cantidad de agua que se usa de manera insostenible, pero casi todos los lugares que luchan contra el agotamiento del agua también experimentan la tragedia del efecto de los bienes comunes, es decir, que la competición para extraer el recurso entre las personas y entidades usuarias, que temen ser superadas en la carrera económica, conseguirá que entre todas agoten los recursos compartidos, a no ser que se establezcan reglas para su uso económico.
Por último, es importante tener en cuenta que no solo debemos ocuparnos de los problemas existentes, sino también de los que puedan crear nuestras elecciones futuras. Un ejemplo muy revelador se refiere al almacenamiento de energía en desarrollos tecnológicos que no consuman combustibles fósiles: dada la demanda de baterías de iones de litio que ya estamos viendo en 2022, este mineral parece ser uno de los recursos clave para abordar los desafíos del siglo XXI. El litio permite desarrollar nuevas industrias en áreas tradicionalmente desfavorecidas, como el desierto de Atacama (Chile), pero ya se ha observado su impacto a gran escala en la contaminación de las aguas subterráneas y en los residuos sólidos urbanos, aunque se hayan propuesto tecnologías alternativas para la extracción de litio [28], [29].
Si bien es fácil discernir algunos patrones generales de dónde no estamos haciendo las cosas bien, patrones que permiten que la cooperación internacional y la transferencia de conocimientos sean eficaces, también es importante reconocer que es necesario encontrar soluciones políticas únicas en cada caso, ajustándolas a las condiciones culturales, políticas, socioeconómicas y climáticas específicas. La combinación de acciones a escala local y global hace que la gestión de aguas subterráneas sea más eficaz [30], y todos podemos desempeñar nuestro papel en este esfuerzo común.
¡Gracias por haber leído este post, y que tengáis un feliz Día Mundial del Agua!
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