El exponente más antidemocrático de la democracia
Revitalizando al exponente más antidemocrático de la democracia
La Unión Europea ha sido un faro de esperanza para el continente, impulsando una era de paz y prosperidad sin precedentes. Durante los últimos 60 años ha contribuido a curar las cicatrices de conflictos centenarios que asolaron Europa. Aunque durante mucho tiempo se ha enorgullecido de ser un paladín de la democracia, las deficiencias democráticas de la UE han salido a la luz recientemente.
Al mismo tiempo que celebramos el Día de Europa, contrastamos el preocupante retroceso democrático de nuestro pasado reciente mediante sugerencias unificadas y prácticas para una visión de la UE que aborde las desigualdades políticas, sociales y económicas que existen dentro de sus fronteras.
Propuestas clave para fortalecer la UE
La invasión rusa de Ucrania puso de manifiesto las numerosas limitaciones a las que se enfrenta la UE en el plano militar. La incapacidad de la UE para responder con rapidez y cohesión a los nuevos desafíos ha puesto de manifiesto la necesidad de empezar a sentar las bases de unas Fuerzas Armadas Europeas. Para reducir las dependencias, debemos aumentar la eficiencia de nuestra industria. Creando una industria en lugar de 27 reducimos costes, eliminamos duplicidades y garantizamos la interoperabilidad de nuestros equipos. Esto va de la mano de las adquisiciones comunes, uno de los elementos clave de la respuesta de la UE a la invasión de Ucrania. Uno de los principales retos de la integración es la diferente percepción de la amenaza que tiene cada Estado Miembro y el temor a perder soberanía. Sin embargo, los desafíos globales requieren unidad, y en este contexto geopolítico global, la UE necesita ser un bloque militar unido.
Otra cuestión crucial que la UE debe abordar es la desigualdad económica. Los diferentes sistemas fiscales vigentes crean una competencia injusta entre los Estados Miembros, lo que provoca enormes desigualdades entre ellos. Esto no solo impide que la UE alcance todo su potencial económico, sino que crea enormes desigualdades para los ciudadanos europeos. Con los actuales retos económicos a los que se enfrenta la ciudadanía, es urgente que la UE iguale las condiciones, armonizando las políticas fiscales y creando una red de seguridad para los europeos, garantizando que las pensiones, los subsidios de desempleo y otras protecciones sociales sean iguales en toda la UE.
También es imperativo que la UE adopte medidas urgentes para acordar una política común de migración y asilo que sitúe la protección de los derechos humanos de los migrantes en el primer plano de la respuesta europea. El actual mosaico de políticas de los distintos Estados Miembros ha provocado una crisis humanitaria que deja a miles de personas en una situación de extrema vulnerabilidad. Para garantizar la seguridad de quienes buscan refugio, todos los Estados Miembros deben seguir los mismos procedimientos a la hora de tratar con solicitantes de asilo y migrantes, asegurándose de que reciben el apoyo y los recursos adecuados para facilitar su integración en el país de acogida. Pero los Estados Miembros también deben ser solidarios y velar por que los solicitantes de asilo se distribuyan equitativamente entre ellos.
Pasos hacia una reforma institucional
Con algunos Estados Miembros aprobando legislación que contradice flagrantemente los valores fundamentales de la UE, cada vez está más claro que la UE necesita una reforma integral de sus instituciones democráticas. Para garantizar que la ciudadanía recupere la confianza perdida en nuestras instituciones, debe llevarse a cabo una reforma audaz y con visión de futuro, que empiece por una Constitución Europea que sustituya a los Tratados actuales y siente las bases de una república federal europea, cambiando radicalmente el funcionamiento de la UE.
La gobernanza de la UE refleja actualmente los intereses de los Estados Miembros, y no los de los ciudadanos. Para superarlo, debería existir un sistema bicameral: un Parlamento Europeo elegido íntegramente a través de listas transnacionales, y un Senado Europeo (derivado del Consejo de la UE), que representaría a los Estados Miembros. Con este sistema, y la eliminación del poder de veto que tienen actualmente los gobiernos nacionales, tendríamos una Unión Europea elegida democráticamente y responsable ante su ciudadanía. El poder ejecutivo, actualmente en manos de la Comisión Europea, se pondría en manos de un Primer Ministro y un Gabinete de Ministros, nombrados por el Parlamento Europeo. Este nuevo sistema respondería a la preocupación generalizada de que la UE es demasiado ineficaz.
Sin embargo, las reformas no significarán nada si los ciudadanos no desempeñan un papel central en el proceso de toma de decisiones de la UE. Necesitamos asambleas ciudadanas que garanticen un verdadero impacto en las políticas propuestas por las instituciones. Y a través de una Conferencia sobre el Futuro de Europa que sea recurrente, las personas podrán opinar siempre sobre cómo mejorar continuamente el funcionamiento democrático de la UE.
Llevar a cabo una revisión tan importante de las instituciones de la UE requeriría una voluntad política significativa y la voluntad de cooperar entre los Estados Miembros. No es una tarea fácil, pero sí necesaria y urgente. ¡Es hora de que la UE muestre un verdadero liderazgo y tome medidas decisivas para realizar los cambios necesarios para ser tan democrática como debería ser la campeona de la democracia.
Este artículo ha sido escrito por Clara Panella Gómez, miembra de la Junta Directiva de Volt en España, junto con Reinier van Lanschot y Francesca Romana D’Antuono, copresidentes de Volt Europa.