Hacia una Europa federal
La idea del federalismo europeo, que con frecuencia ha sido malinterpretada, malentendida o directamente vilipendiada, merece una reconsideración en el panorama actual. Desde sus comienzos, la Unión Europea (UE) ha encarnado un proyecto con una esencia profundamente federal.
La transferencia de competencias de los Estados miembros a una entidad supranacional es, en esencia, federalismo. La búsqueda de soluciones comunes a problemas comunes y cuya complejidad va más allá de las capacidades de un Estado-nación es, en esencia, federalismo. La creación de un mercado interior y moneda comunes, el tráfico libre de personas, bienes, servicios y capitales dentro de las fronteras interiores de la EU es, en esencia, federalismo.
Sin embargo, la interpretación errónea del término ha generado resistencias innecesarias. El miedo despertado por movimientos políticos populistas y reaccionarios contra todo lo que venga de “Bruselas” ha emponzoñado tanto la visión como la esencia del federalismo. Es esencial reconocer que el federalismo no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para alcanzar fines más amplios: paz, bienestar y prosperidad.
Acontecimientos recientes como la pandemia de COVID-19 o la invasión rusa de Ucrania han evidenciado la necesidad de una integración europea más profunda. Estas crisis no solo han requerido respuestas inmediatas, sino que también han destacado la importancia de un enfoque estratégico a largo plazo para la UE. La respuesta coordinada de Europa a la crisis sanitaria, desde la adquisición conjunta de vacunas hasta la implementación de políticas de recuperación económica, subraya la eficacia de una acción conjunta. Todo esto sin olvidar la gran tradición de acciones federalistas que la UE tiene a sus espaldas, en sus siete décadas de historia.
Además, la UE afrontará en unos años una nueva ampliación que traerá a la familia europea a Ucrania, Moldavia, y algunos países de los Balcanes. Varios dirigentes europeos, tanto de Estados miembros como de las instituciones europeas han dejado bien claro que la UE necesita reformas para encarar esta necesaria ampliación con agilidad y resiliencia. Estos dirigentes, dicho sea de paso, hablan claramente de más federalismo.
Pero una integración más profunda implica la necesidad de reformas institucionales. Hablamos de abolir el derecho a veto en el Consejo Europeo y otorgar al Parlamento Europeo la facultad de iniciar legislación, entre otras. Estos cambios no solo agilizarían el proceso de toma de decisiones, sino que también reforzarían la democracia a nivel europeo. Pero no podemos olvidar que, aunque estas reformas son fundamentales, no son suficientes por sí mismas. La UE aún enfrenta el gran reto de la falta de confianza de sus ciudadanos en las instituciones, y en general, de una baja participación política, por ejemplo en las elecciones al Parlamento Europeo. La distancia entre las instituciones europeas y el ciudadano de a pie es todavía demasiado grande. Por ello, es crucial fomentar una relación más cercana a través de una democracia más representativa y participativa, y una mayor transparencia. Esto no solo incrementaría la confianza en el proyecto europeo, sino que también involucraría más a los ciudadanos y ciudadanas en el proceso.
La idea de reformar las instituciones no es novedosa. El Parlamento Europeo ha respaldado recientemente estas medidas con una resolución. Sin embargo, parece poco probable que el Consejo Europeo siga esta línea de acción. Hoy en día, el principal desafío para el federalismo europeo es la falta de voluntad política para adoptar reformas ambiciosas, exacerbada por el auge de los populismos políticos de izquierda y derecha.
El federalismo europeo, concebido como un pilar para una Unión más integrada y efectiva, enfrenta un desafío crítico: la falta de ambición política para impulsar reformas profundas y necesarias. A pesar de la resolución del Parlamento Europeo en favor de la reforma de los tratados de la UE y a pesar de las voces de dirigentes europeos retirados y en activo, parece poco probable que el Consejo Europeo tome acciones concretas en esta dirección. La actual dinámica política, marcada por la polarización y el auge de los populismos, refuerza esta realidad. Estos grupos políticos han capitalizado los temores y la insatisfacción de una parte de la población, promoviendo una narrativa que ve a la Unión Europea más como un problema que como una solución. Este discurso reduccionista, simplista y nacionalista, que a menudo presenta al federalismo como un enemigo de la soberanía nacional, distorsiona la naturaleza colaborativa y mutuamente beneficiosa de una Europa más integrada.
Los desafíos contemporáneos, como el cambio climático y los conflictos globales, requieren respuestas que superan la capacidad de los Estados-nación actuando de forma individual, o incluso de forma coordinada. Una Europa federal no debería percibirse como una amenaza a la soberanía nacional, sino como una respuesta adaptativa y necesaria a los desafíos de nuestra era. Una Europa federal no es sino la progresión natural del proyecto europeo, además de una evolución necesaria en la defensa de los intereses de los ciudadanos europeos. La transición hacia una Europa federal simboliza una evolución hacia una mayor democracia, eficacia y relevancia global.
El federalismo en Europa no es simplemente un ideal político; es una respuesta pragmática y realista a los desafíos globales. No es un capricho idealista de pensadores de salón, sino una necesidad para asegurar el bienestar y progresos sociales alcanzados en Europa desde la fundación del proyecto europeo. Es momento de abrazar este concepto no solo en teoría, sino también en la práctica, avanzando hacia una Europa más unida, eficaz, efectiva y representativa. Una Europa federal es la llave para un futuro más próspero y seguro para todos sus ciudadanos, ofreciendo un modelo de cooperación y cohesión que podría servir de ejemplo a nivel mundial. En definitiva, abrazar el federalismo europeo no es solo una elección política, sino una decisión estratégica para un futuro sostenible y pacífico.
Clara Panella Gómez
Candidata de Volt España a las elecciones europeas de 2024