La importancia de la agricultura y la ganadería sostenible

Hace unos días, el ministro de consumo Alberto Garzón participó en una campaña de concienciación sobre el consumo excesivo de carne. En ella se advierte de parte de sus problemas, como el impacto en nuestra salud y su contribución al cambio climático.

26 de jul. de 2021

Aunque la campaña parece haber sido provocada también por factores políticos, como las disputas internas en el gobierno de coalición, y en respuesta a la actual reestructuración, no hay que olvidar la actual crisis mundial medioambiental que amenaza a nuestra sociedad donde la agricultura y la ganadería juegan un papel fundamental. De todas formas, es un paso positivo que un ministro muestre por fin interés por el consumo cárnico y el cambio climático.

Demagogia como respuesta 

En su respuesta, el presidente del gobierno, Pedro Sanchez, y otros representantes públicos, como Garcia Egea, se han subido al carro de la demagogia. El ministro de agricultura, Luis Planas, ha mostrado su falta de sensibilidad con el tema y García-Page su ignorancia, entre otros. Esto sorprende, dado el plan España 2050 donde el gobierno se comprometía a la lucha contra el cambio climático y avisaba de la necesidad de reducir el consumo de carne.

Pero no solo desde el sector público se opinó sobre este tema. Un conglomerado de empresas cárnicas y grupo de presión han publicado una carta donde tratan de negar la ciencia sobre el impacto negativo del consumo de carne con varias falacias argumentativas y lógicas, donde seleccionan información de revistas prestigiosas y llegan a afirmar que de hecho, la producción de carne ‘mitiga’ el cambio climático.

Impacto directo en nuestra salud

La campana comienza describiendo su impacto en nuestra salud, donde el conglomerado menciona que España es uno de los países más saludables, con mayor esperanza de vida, y con menor incidencia de cáncer. Si bien no parecen negar lo que dice el ministro, el texto parece usar la ambigüedad, con falacias de correlación y causalidad. Es verdad que España lidera en esas métricas de salud, y también en los rankings en consumo cárnico. Esto no significa que seamos más sanos que la media gracias al consumo excesivo de carne, sino que posiblemente otros muchos factores están influyendo, como el clima, hábitos saludables, sanidad, etc.. 

Es más, un estudio menciona que un incremento de media ración diaria de carne resulta en un 10% de incremento de mortalidad (1), y la misma revista citada, The Lancet, junto a la organización internacional por la salud (OMS), afirma que existe un fuerte vínculo entre el consumo de carne y el incremento de incidencia de cáncer (2). Esto quiere decir que España podría liderar más aún los rankings en salud, reduciendo el número excesivo de muertes prematuras, si se redujera el consumo de carne.

Impacto medioambiental y respuesta de las empresas

Sobre su huella hídrica, la respuesta intenta confundir al lector, proporcionando algunos datos en términos relativos y afirmando que su impacto es menor que el cultivo de vegetales. En términos absolutos mundiales, el impacto es similar dado a la prevalencia de cultivos vegetales (3). En términos de eficiencia, dado el impacto por consumo de agua, proteína y grasa, ésta es varios órdenes de magnitud menos sostenible que los cultivos vegetales según la UNESCO (4) y como se puede ver en la Figura 1. A medida que se desarrollen el resto de países, si siguen el mismo patrón de consumo de España, llegaríamos a límites planetarios peligrosos e insostenibles. 

Figura 1: Variación global de GEI, uso de la tierra, acidificación, eutrofización, uso de agua escasa entre varios alimentos. El 10% representa consumo medio (errata). De J. Poore y T. Nemecek “Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers” Science  01 Jun 2018:Vol. 360, Issue 6392, pp. 987-992 DOI: 10.1126/science.aaq0216. Artículo citado por el conglomerado para argumentar que el impacto total de la industria es bajo.

Con respecto al impacto climático, El Panel Internacional por el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) afirma que la agricultura y uso de la tierra contribuye a casi un 25% del actual impacto climático (5). Esto significa que incluso si lográramos un sistema eléctrico con un 100% de energías renovables y movilidad sostenible, aún tendríamos que revolucionar nuestra agricultura, mitigar su impacto en el cambio del uso de la tierra, y desarrollar estrategias para la reforestación, agricultura regenerativa, e incluso tecnológicas de captura de emisiones y modificación de la radiación para compensar su impacto negativo. 

Respuesta basada en datos parciales

La respuesta del conglomerado de empresas intenta argumentar que su impacto es pequeño, dando datos parciales basados en estudios, que de hecho, destacan la necesidad de reducir el consumo e impacto medioambiental de la carne. Igualmente afirman que nuestro impacto por producción es menor que en otros países, lo que no significa que el impacto del consumo excesivo de carne sea menor que una dieta variada o vegetariana.

La respuesta luego menciona que la gran mayoría de emisiones por la ganadería se producen en países en vías de desarrollo y que Europa no puede hacer nada al respecto. Esto es dada la tendencia global a externalizar su producción en países con mayores áreas de cultivo y sueldos bajos, pero es engañoso. Se puede influir en estos países, como se hace para otro tipo de agendas, directamente reduciendo nuestras importaciones con una mayor producción local o reduciendo nuestro consumo cárnico, a través de tratados de comercio con condiciones de sostenibles, trabajando por acuerdos en las Naciones Unidas o bilaterales, e indirectamente desarrollando las prácticas y tecnologías que ayuden a los países menos desarrollados a conseguir una transición justa y sostenible.

También hay que destacar su impacto en el ciclo de nitrógeno, que obligó a reducir el límite de velocidad de las autovías en Países Bajos. En la agricultura, el uso ineficiente de fertilizantes y otros compuestos de nitrógeno contribuye a la emisión de óxidos de nitrógeno que resultan en producción de ozono troposférico y partículas PM10 y PM2.5, que contribuyen al deterioro de la calidad del aire, e incluso N2O, un potente gas de efecto invernadero. La ganadería también contribuye a la reducción de la biodiversidad y deforestación por su excesivo uso de la tierra, sobre todo en el Amazonas, con plantaciones extensivas (si bien hay que reconocer que ocurrió lo mismo en Europa durante nuestro pasado con la tala masiva de nuestros bosques históricos). 

¿Qué se puede hacer?

El video hace una buena lectura del actual problema, y llama a los ciudadanos a reducir su impacto medioambiental mediante cambios de comportamiento. Si bien esto es importante, hay que tener en cuenta que el culpable es el actual sistema fallido que incentiva en un primer momento su consumo excesivo y dificulta la inserción de dietas más variadas, vegetarianas o veganas. 

Para solucionarlo, no se puede llamar simplemente a la “responsabilidad ciudadana”, y dejar a los ciudadanos que se señalan dadas sus respectivas huellas medioambientales. Es más, hay estudios que afirman que el apoyo ciudadano a medidas sistemáticas que regulen las malas prácticas medioambientales de diferentes industrias se reduce cuando se introducen en exceso de campañas de concienciación u otras medidas para llamar al cambio voluntario (6). De hecho, existen indicios donde industrias contaminantes y detractores de la acción climática, reutilización de envases o de incluso tabaqueras, han llegado a financiar directamente estas campañas (7). 

Hace falta apoyar medidas que cambien esto, poniendo un precio a la contaminación en la agricultura y ganadería, apoyando regulaciones que eviten las peores prácticas, e invirtiendo públicamente en medidas para evolucionar hacia una agricultura sostenible, apoyando la investigación y el desarrollo, adaptando los cultivos y las ganaderías a las diferentes zonas climática y apoyando el aprovechamiento de los residuos, de forma que tengamos una industria productora poco contaminante o incluso de emisiones negativas. Estas medidas hay que implementarlas cuanto antes, antes de que sea demasiado tarde para parar el cambio climático, la pérdida de fuentes de agua dulce, de suelo y por ende, la destrucción de nuestro planeta y su biodiversidad. 

Volt y el progreso sostenible 

Desde Volt proponemos y seguimos trabajando en un paquete multidisciplinar de medidas para conseguir una transición eficiente hacia la neutralidad climática en Europea en 2040 y ayudar al resto del planeta a seguir estos pasos.

Entre las medidas fiscales, se propone incluir al sector de la agricultura y uso de la tierra en el sistema de comercio de emisiones o poner un impuesto a su impacto climático nacional hasta que se incluya en el sistema de comercio de emisiones europeo. Este también vendrá acompañado de impuestos de frontera para cubrir las emisiones externas de nuestras importaciones, y propone la redistribución de parte de los ingresos como un dividendo verde a todos los ciudadanos para paliar las consecuencias e inversión del resto en desarrollo de tecnologías, prácticas e infraestructura verde. 

En Volt también promovemos una reforma de la política agraria común para empujar hacia una agricultura regenerativa que mitigue o reduzca nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y compuestos nitrogenados, y restaure nuestros parajes naturales. También hace falta desarrollar planes de adaptación, ya que si no se consigue transformar nuestra agricultura y parar el cambio climático, nuestro sistema de alimentación entero colapsará, por ejemplo, ante el avance de la desertificación del sur de Europa y el incremento de fenómenos meteorológicos extremos como sequías e inundaciones (8). 

Todo esto no lo puede conseguir un individuo (si bien su cambio de comportamiento ayuda). Hace falta empujar a nuestros partidos para que estos cambios sistemáticos se hagan realidad, y para que en el futuro podamos seguir alimentándonos sin que nuestra sociedad se extinga.

Referencias

1. Zheng Y, Li Y, Satija A, Pan A, Sotos-Prieto M, Rimm E et al. Association of changes in red meat consumption with total and cause specific mortality among US women and men: two prospective cohort studies BMJ 2019; 365 :l2110 doi:10.1136/bmj.l2110

2. The Lancet Editorial, We need to talk about meat, 2018 doi: 10.1016/S0140-6736(18)32971-4

3. Springmann, M., Clark, M., Mason-D’Croz, D. et al. Options for keeping the food system within environmental limits. Nature 562, 519–525 (2018). https://doi.org/10.1038/s41586-018-0594-0

4. Mekonnen, M.M. and Hoekstra, A.Y. (2010) The green, blue and grey water footprint of farm animals and animal products, Value of Water Research Report Series No.48, UNESCO-IHE.

5. Smith P., M. Bustamante, H. Ahammad, H. Clark, H. Dong, E.A. Elsiddig, H. Haberl, R. Harper, J. House, M. Jafari, O. Masera, C.  Mbow,  N.H.  Ravindranath,  C.W.  Rice,  C.  Robledo  Abad,  A.  Romanovskaya,  F.  Sperling,  and  F.  Tubiello,  2014:  Agricul-ture,  Forestry  and  Other  Land  Use  (AFOLU).  In:  Climate  Change  2014:  Mitigation  of  Climate  Change.  Contribution  of  Working  Group  III  to  the  Fifth  Assessment  Report  of  the  Intergovernmental  Panel  on  Climate  Change  [Edenhofer,  O.,  R.  Pichs-Madruga,  Y.  Sokona,  E.  Farahani,  S.  Kadner,  K.  Seyboth,  A.  Adler,  I.  Baum,  S.  Brunner,  P.  Eickemeier,  B.  Kriemann,  J.  Savolainen, S. Schlömer, C. von Stechow, T. Zwickel and J.C. Minx (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, United Kingdom and New York, NY, USA

6. Hagmann, D., Ho, E.H. & Loewenstein, G. Nudging out support for a carbon tax. Nat. Clim. Chang. 9, 484–489 (2019). https://doi.org/10.1038/s41558-019-0474-0

7. Michael E. Mann, “The New Climate War: The Fight to Take Back Our Planet”, 2021

8.  EEA, Climate change threatens future of farming in Europe, 2019.  Link: https://www.eea.europa.eu/highlights/climate-change-threatens-future-of