No está solo en tu cabeza
Sobre la salud mental y la educación.
El problema
Según un informe de UNICEF del 2021, más del 13% de las personas entre 10 y 19 años sufren un trastorno mental. De estos, el 40% se debe a problemas de depresión y ansiedad. En España, las cifras no son mucho mejores. Según el Barómetro Juvenil 2021, el porcentaje de jóvenes que han padecido problemas de salud mental con mucha frecuencia ha pasado del 6,2% en 2017 al 15,9% en 2021.
Los problemas de estrés, ansiedad y depresión, agudizados a raíz de la pandemia de COVID-19, son los más frecuentes en España, y afectan en mayor medida a las mujeres. Otro dato especialmente preocupante es la tasa de suicidios. Según un estudio, un 25,7% de los jóvenes de entre 18 y 25 años afirma haber tenido ideas suicidas. Desde 2006, las tentativas de suicidio se han triplicado y han superado las 2.000 al año. Solo 2 de cada 10 personas que han padecido malestar psicológico han encontrado apoyo en el sector público (Torres, A., 2022).1
A pesar de la prevalencia de los problemas de salud mental, el acceso a un tratamiento psicológico o psiquiátrico es limitado. La falta de accesibilidad es sin duda uno de los obstáculos más importantes, y que debe atajarse desde una perspectiva sanitaria. Sin embargo, las instituciones educativas también juegan un papel fundamental en la lucha contra esta problemática.
Propuesta
El agravamiento de la salud mental tiene causas diversas, desde puramente sanitarias a causas socioeconómicas más profundas. Como un problema multidimensional, se debe enfocar desde distintas perspectivas, incluyendo el rol del sistema educativo. Las instituciones educativas tienen un rol fundamental en la lucha para eliminar el estigma y la mistificación en torno a las enfermedades mentales y ofrecer un apoyo temprano y continuado, así como en el establecimiento de medidas preventivas.
Desde Volt creemos que:
Los docentes deben tener formación para identificar problemas de salud mental en el alumnado y asegurar una intervención rápida y eficaz.
Los docentes y estudiantes deben recibir mayor concienciación sobre las causas y efectos de los problemas de salud mental.
Las instituciones educativas deben crear redes de apoyo efectivas para aquellas personas que estén sufriendo problemas de salud mental, asegurando que se minimiza el riesgo de discriminación y estigma.
Se debe educar al alumnado sobre un uso responsable de las redes sociales, haciendo hincapié en el impacto que tienen las mismas sobre la salud mental de los jóvenes.
Los profesionales en el sector público como educadores, policías, enfermeras, bomberos y RRHH deben obtener una acreditación de Primeros Auxilios en Salud Mental.
Se debe aumentar la educación sobre salud mental y bienestar abordando los desafíos a los que se enfrentan las personas de todos los grupos de edad en un mundo de constante conectividad, la marginación socioeconómica y el acoso y la intimidación online.
Hay que reformar los programas educativos y los planes de estudio para que enseñen activamente valores de tolerancia, respeto y diversidad, que promuevan el diálogo intercultural, el compromiso cívico, la superación de prejuicios y la promoción de los valores democráticos. Esto incluye el dar prioridad a los cursos sobre igualdad de género para superar los estereotipos y discriminación de género, así como la educación sexual y afectiva.
Para construir un sistema que capacite a las personas para participar y contribuir a la sociedad, la educación requiere importantes reformas para desarrollar las competencias básicas de una sociedad participativa, estimular el compromiso cívico y fomentar y recompensar la excelencia.
Trabajemos conjuntamente para transformar las escuelas en un lugar inspirador para la transferencia de conocimientos y la inspiración de alumnado y profesorado por igual.
1 Torres, A., 2022: “España: ocho hospitales implementan un ensayo clínico pionero ante el alarmante aumento de intentos de suicidio entre jóvenes”. El País.