Recuperación ecológica, recuperación económica
Con la pandemia hemos visto como la economía ha sufrido un gran golpe, casi tan grande como los que lleva sufriendo la naturaleza desde hace ya muchos años. La recuperación económica no puede, ni debe, ir en detrimento de la ecología y la sostenibilidad.
Es la hora de que comencemos a valorar la restauración ecológica como una herramienta, no solo para luchar contra los daños en la naturaleza, sino también para reforzar nuestra economía, ayudar a las comunidades locales azotadas por el cambio climático y por la despoblación.
Consumismo y ecologismo
Dos son los hechos que desde hace mucho tiempo hemos venido enfrentando como si fuesen contrarios; el consumo y la ecología. Ambos están directamente relacionados, hasta el punto de que tenemos formas de cuantificar la marca que dejamos en la naturaleza para sustentar nuestro consumo. Una es la denominada Huella de Carbono, el otro es la Huella Ecológica. Ambas nos indican que estamos consumiendo por encima de las posibilidades que tiene la naturaleza para absorber lo que emitimos o renovar lo que extraemos.
La Huella Ecológica nos indica que necesitamos más de un planeta para poder mantener nuestro nivel de vida actual. Siendo los ciudadanos de los países pobres los que menos necesitan y siendo nosotros, los de los países ricos, los que más necesitamos para cubrir nuestras necesidades.
Debido a esto, a que necesitamos para vivir más de lo que disponemos, nos encontramos ante un gran problema, que es simple de decir pero complejo de solucionar; la Tierra se está agotando. Cuando decimos Tierra nos referimos a todo lo que nuestro planeta nos aporta. Se están agotando los peces de los mares, las tierras de cultivo, el agua dulce disponible para consumo humano o para la ganadería y la agricultura… Estos son algunos ejemplos sencillos, pero tenemos muchos más.
Problemas de explotar recursos sin control
Estas explotaciones sin control nos han llevado a poder tener un nivel de consumo muy elevado, pero también nos ha llevado a que se degraden los ecosistemas. A veces de forma directa, por ejemplo para explotación minera. A veces de forma indirecta, por la contaminación con sustancias derivadas de procesos industriales. Estamos en el punto de tener un declive de ecosistemas, y de lo que todo ello implica, que es muy notorio.
Tomemos como ejemplo un ecosistema ya muy modificado por el hombre, pero que no deja de ser un ecosistema; los campos de Castilla. Cuando estos pueden producir alimento y por ello dar trabajo, las comunidades de la zona presentan buena salud, pero, ¿Qué ocurre si se degradan las tierras y ya no se pueden cultivar? Lo que ocurre es que tenemos un abandono de las mismas, simple y llanamente. Si no puedo trabajar, debo irme y si me voy, otros se irán, pues no habrá , tiendas, escuelas, bares… pues no hay gente que los requiera.
Hemos perdido un ecosistema único, pero también hemos perdido las comunidades humanas que de éste dependían, con sus tradiciones, sus culturas y sus particulares.
Por ello, desde hace un tiempo, y cada vez con más intensidad, se está apostando por la restauración de los ecosistemas, un proceso que suele ser largo, pero que puede dar unos resultados positivos muy importantes.
¿En qué consiste la restauración ecológica?
La restauración ecológica busca, mediante la intervención humana, solucionar los problemas que causaron en un primer momento las intervenciones humanas mal gestionadas. Normalmente, detrás de cada restauración tenemos mucho trabajo. Primero científico, para conocer todo lo que se debe hacer y cómo, y después, trabajo de campo, llevando a cabo las intervenciones necesarias.
Estas dos actuaciones ayudan ya desde un principio a las comunidades de la zona, suponen la llegada de personas para trabajar en este asunto y el surgimiento de nuevos trabajos para las personas que viven allí.
Decenio por la Restauración Ecológica
Esta restauración ecológica es tan importante que la ONU ha creado, y está potenciando, una guía para ello, mediante su informe Decenio por la Restauración Ecológica (Decade on Restoration). El motivo de apoyar esta intervención es sencillo; aportar bienestar económico y recuperación ecológica.
Además, un ecosistema restaurado y en buen estado aporta protección ante fenómenos naturales extremos, conocimiento científico y, de forma más espiritual, bienestar a la gente, pues se recuperan áreas que se pueden usar para desconectar (algo que se ha acentuado en estos tiempos con la pandemia y el estrés de las ciudades).
Según la ONU, la restauración de los ecosistemas, si se hace de forma correcta, puede suponer un beneficio de hasta 30 dólares por dólar invertido. Es decir, que por cada inversión que hagamos, aunque sea pequeña, si esta se hace bien, podemos obtener un beneficio monetario muy grande.
La restauración ecológica y su beneficio económico
¿Cómo se obtiene ese beneficio? El beneficio que se obtiene es debido a diversos factores. Por ejemplo, un ecosistema restaurado y que se encuentre ya en desarrollo, atrae a turistas que vienen a disfrutar de esos parajes. Destacando en España el turismo rural de origen extranjero que vienen a disfrutar de nuestra biodiversidad única en toda Europa.
Por otro lado, se disminuyen las destrucciones asociadas a eventos climáticos extremos, como riadas, pues un ecosistema sano es capaz de hacer frente mejor a éstos, absorbiendo la mayor parte del impacto y ayudando a mitigar los daños a las propiedades de la gente.
Aporta conocimientos científicos, estudios hechos por universidades y/o empresas, las cuales dan trabajo a gente graduada en las universidades, atrayendo con ello talento nacional e internacional. Además aporta riqueza de conocimientos, algo cada vez más valorado en la comunidad internacional.
También puede ser una forma de atraer a la comunidad internacional, para aprender, intercambiar conocimientos y poder replicar estos proyectos en otros sitios. Por lo que puede ser un creador de nuevas relaciones de colaboración con terceros países, algo así como una diplomacia verde.
Por último, un ecosistema regenerado y restaurado puede aportar recursos, de forma controlada y planificada, por ejemplo, recursos alimentarios (miel, frutas, hierbas aromáticas…). Éstos se pueden vender siendo una fuente más de riqueza.
El papel de la restauración ecológica en las ciudades del futuro
Pero cuando hablamos de restaurar ecosistemas no tenemos que irnos muy lejos para tener ejemplos de lo que podemos hacer. Un ejemplo muy importante de restauración ecológica es el que podemos y debemos hacer en nuestras ciudades.
En este caso, debemos trabajar con lo que se llama Urbanismo Ecológico, una modalidad de urbanismo que pone a la naturaleza y, por ende al humano, en el centro. De forma que se hacen ciudades verdes, inteligentes en el uso de agua, que favorece que se mueva el aire, que aporta sombras en verano y espacios soleados en invierno y que por ende ayudan a luchar contra muchos de los problemas de las ciudades de hoy día, como son el calor, la contaminación y el estrés.
Volt y su compromiso verde
Desde Volt llevamos en nuestro ADN la naturaleza, la protección de los ecosistemas y la lucha contra el Cambio Climático. Pero también llevamos en nuestro ADN la lucha contra la despoblación y la evolución a un sistema económico más moderno, que no se base en la depredación de la naturaleza como forma de mantener un crecimiento infinito que es imposible, pues las recursos, la Tierra, no lo son.
Desde Volt defendemos que debemos reconstruir lo que se ha destruido como forma de empezar un nuevo capítulo. Para ello, debemos de ser consciente de lo que se ha degradado y de cómo ha sido. Debemos conocer cómo recuperarlo, por ello, como siempre, defendemos invertir en investigación, que esta sea constante y acorde con lo que se necesita y después desarrollar medidas basadas en las informaciones recabadas.
Una vez que sepamos que debemos hacer y cómo, debemos ponernos manos a la obra, y para ello es de gran importancia la UE. Es la institución que más dinero aporta a este tipo de medidas, destacando los proyectos Life, y debemos aprovechar los mismos para impulsar estas medidas.
De forma paralela, debemos concienciar que invertir en ecología no es tirar el dinero, es ganar bienestar, es ganar un beneficio que va más allá de los simplemente monetario. Es un beneficio para la lucha contra el estrés, la contaminación o el calor, todos ellos causantes de graves enfermedades, incluso de la muerte, si son demasiado extremos o sostenidos en el tiempo.
Por ello, desde Volt, queremos decir que la reactivación económica que se aproxima tras la pandemia necesita de una reactivación ecológica, de forma que no caigamos, como ya caímos en el pasado, en un sistema donde se contrapone la economía y la ecología.