Sobre la importancia del periodismo
¿Por qué el periodismo es uno de los pilares fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro sistema democrático?
Porque persigue incansablemente la objetividad de los hechos. Busca la verdad y fiscaliza el poder para que aquellos que no tienen conocimiento de lo que ocurre en las altas esferas de la sociedad tengan la tranquilidad de que existe un recurso que nos iguala ante la sociedad.
La respuesta es simple, pero esconde una cantidad casi infinita de interrogantes e incertezas a una labor que debería ser invariable y veraz, aunque no sea siempre así.
Se trata de una profesión que, realizada con vocación, ofrece a la ciudadanía la información necesaria para influir en el futuro de nuestra sociedad, que puede así tomar decisiones responsables basadas en hechos y siendo conscientes de sus consecuencias.
Nuestra vida política, social y económica está llena de intereses por parte de todos los actores que la componen y, en ocasiones, algunos de ellos prefieren actuar alejados del foco público para determinados fines.
¿Es esto legítimo? Puede no serlo. ¿Es honesto? Puede no serlo. ¿Es legal? Puede no serlo.
Por eso necesitamos el periodismo. Queremos un poder público con la capacidad de fiscalizar nuestro sistema democrático y sacar a la luz la verdad para que ser un ciudadano de a pie no signifique estar en desventaja frente al sistema.
¿Qué puede hacer un partido político cuando observa que una parte del periodismo de su entorno no está cumpliendo con su labor?
Es simple confundir la preocupación por la connivencia de diversos poderes públicos que tienen intención de manipular a la ciudadanía con la pretensión de imponer una visión unívoca de la labor del periodista.
No es sencillo denunciar que una parte del periodismo desinforma deliberadamente al público sin caer en acusaciones cruzadas sobre los posibles intereses que pueden llevar a cualquier organización a hacer dichas afirmaciones.
Sin embargo, alzar la voz y exponerse siempre tiene consecuencias. No hacerlo, en cambio, tiene muchas más, con un riesgo mucho mayor para la sociedad.
El periodismo debe controlar y alzar la voz cuando existe un abuso de poder por parte de algún actor público.
Los Papeles de Panamá, los casos de corrupción en España, la explotación laboral en el mundo en vías de desarrollo, o la discriminación sexual en grandes corporaciones son una demostración del bien del periodismo.
Hacer las preguntas incómodas, arrojar luz sobre la oscuridad, permitir que comprendamos lo complejo y lo hagamos para ser mejores ciudadanos.
Sin embargo, con la credibilidad generalizada que podemos otorgar a los medios de comunicación existe la posibilidad de que una minoría haga un uso inapropiado de esa confianza para imponer su relato como verosímil, incorporando visiones sesgadas e informaciones falsas que pretendan influir a la ciudadanía en una dirección opuesta a los hechos.
Existen casos recientes y es una práctica que puede tener lugar en el futuro, y debemos estar preparados.
¿Cómo puede la ciudadanía enfrentarse a esta amenaza?
Un ciudadano común dispone de una gran cantidad de obligaciones y responsabilidades que pueden no ser compatibles con el contraste constante de sus fuentes de información.
Por tanto, es irresponsable asumir que todos los miembros de nuestra sociedad disponen de las herramientas para identificar una noticia falsa o engañosa y debemos saber en qué elementos podemos confiar.
La competencia es una garantía de que existan organizaciones dispuestas a ejercer un control sobre las publicaciones y afirmaciones del resto de la esfera mediática que pueden tener intereses favorables u opuestos al poder.
Las agencias de verificación se han convertido en una oportunidad para que la ciudadanía identifique aquellas informaciones que puedan parecer dudosas y exija una revisión que garantice la veracidad de los contenidos.
Ejercer un contraste entre los diferentes medios ofrece una visión más completa de la lectura de cualquier hecho.
La confianza en el compromiso de la parte principal de los periodistas a ejercer una labor crítica y de fiscalización de aquellos que ostentan el poder y de aquellos que aspiran a disponer de él.
No debemos olvidar que el periodismo es imprescindible para nuestra sociedad y que la mala praxis es un reto de las democracias modernas ante el que debemos estar preparados y plantarnos para garantizar que la verdad sea nuestra brújula.
Un partido político no decide qué debe investigar o sobre qué debe informar ningún medio de comunicación, pero sí debe alzarse y protestar cuando aprovechando la legitimidad concedida por la ciudadanía se usan los altavoces mediáticos con un fin político.
La responsabilidad de los ciudadanos y, en consecuencia, de sus representantes, empieza cuando algún engranaje del sistema no funciona debidamente y aquellos a los que deben servir las instituciones empiezan a ver como sus derechos más fundamentales son vulnerados.
Defendamos el periodismo porque lo necesitamos, pero hagamos que aquellos que lo usan para servirse del sistema y cumplir con sus fines deban responder ante la opinión pública porque sabemos lo que está en juego si no contamos con el periodismo como aliado de los ciudadanos.