Política Exterior y Defensa
Problema
En las últimas décadas, la influencia global y el poder relativo de la UE han disminuido a medida que otras naciones afirman su lugar en el escenario internacional. Los Estados miembros de la UE son cada vez más incapaces de ejercer su influencia en el sistema internacional. Esta influencia decreciente corresponde a una creciente competencia entre grandes potencias y un vecindario cada vez más inestable que pone a prueba el status quo existente. Rusia ha adoptado una postura de confrontación, China ha surgido como un rival sistémico e incluso Estados Unidos ha mostrado inconsistencia como socio fiable. El sistema multilateral se ha estancado, mientras que las preocupaciones sobre el poder, la eficacia y la legitimidad en varios rincones del mundo se han vuelto más pronunciadas.
No obstante, la UE tiene los medios para convertirse en un actor global poderoso, autosuficiente y positivo si existe voluntad política. Una historia de liderazgo multilateral, rondas de ampliación transformadoras y una base industrial de defensa globalmente competitiva proporcionan una base sólida para políticas más ambiciosas. Además, muchos países aspiran a unirse a la UE y sus poblaciones se identifican fuertemente como europeas, lo que podría hacer contribuciones sustanciales para reforzar la seguridad, la prosperidad, la diversidad y la influencia global de la UE. La UE también debe mirar hacia adentro, aumentando sus esfuerzos para proteger a su ciudadanía de las repercusiones del cambio climático. Sólo reforzando nuestra resiliencia social ante los desastres podremos hacer frente colectivamente a este problema.
Volt presenta una serie de políticas ambiciosas destinadas a transformar una UE ampliada en un actor autónomo y responsable en los ámbitos de los asuntos exteriores y la defensa para el año 2040. Estas iniciativas están diseñadas para fomentar la estabilidad en nuestra vecindad inmediata, fortalecer nuestra influencia global y permitir que asumamos un papel destacado en la configuración de un nuevo sistema multilateral.
Para amplificar su influencia global y facilitar la unificación pacífica de Europa, la UE debería dar la bienvenida a los aspirantes a miembros. Los procesos de toma de decisiones en el ámbito de los asuntos exteriores y la política de defensa deben evolucionar hacia una mayor flexibilidad y solidaridad. La cultura institucional dentro de la UE debe reflejar progresividad, inclusión y responsabilidad. Las instituciones existentes deberían consolidarse y establecerse otras nuevas para garantizar políticas coherentes en toda la UE. La elaboración de una estrategia de seguridad para toda la UE debería establecer prioridades claras y concretas a lo largo de varios años.
Propuestas de Volt
Un número de teléfono para "Europa"
La cuestión de "a quién llamo si quiero hablar con Europa" ha dejado perpleja durante mucho tiempo a la política exterior de la UE. Los recientes avances para establecer una voz más unificada para la UE en el escenario global no se están estructurando adecuadamente. El desafío central reside en remodelar el mandato, las capacidades y la cultura del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). Para ello nos proponemos:
Reestructurar el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) mediante la evolución hacia un Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (MAEUE). Esta transformación racionalizará y optimizará el aparato de asuntos exteriores de la UE para mejorar su eficiencia, eficacia e influencia global.
Dividir las responsabilidades del Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en dos posiciones distintas: un Ministro de Asuntos Exteriores de la UE y un Ministro de Defensa de la UE. Esta división de responsabilidades generará especialización y liderazgo enfocado en sus respectivos dominios.
Mejorar la representación externa, al MAEUE recientemente creado se le otorgarán derechos exclusivos de representación externa para la UE en sus relaciones con terceros países, foros internacionales y negociaciones, abarcando un amplio espectro de áreas que incluyen el comercio, la migración, el clima y la seguridad.
Cultivar una cultura diplomática común tanto a nivel nacional como a nivel MAEUE, ampliando proporcionalmente el personal de la UE en relación con el personal nacional en comisión de servicio y exigiendo la participación de todo el personal diplomático de la UE (tanto nacional como MAEUE) en la Academia Diplomática Europea y sus programas de formación.
Mejorar los servicios consulares con el MAEUE, que gestiona los servicios consulares y representativos bilaterales para todos los Estados miembros de la UE en regiones sin presencia diplomática nacional.
Crear una Subdivisión Conjunta de Análisis de Inteligencia para facilitar el procesamiento conjunto y la recopilación de la inteligencia recopilada por los estados miembros y las delegaciones del MAEUE. Contribuirá a la identificación colectiva por parte de la UE de amenazas y prioridades a la seguridad nacional y reforzará las capacidades de inteligencia de la UE.
Una cultura progresista de política exterior
Durante la última década, hemos estado observando un declive global de la democracia, con millones de personas viviendo bajo regímenes autoritarios o semiautoritarios. En lugar de ver a Europa como un “jardín” rodeado por una “jungla”, la UE debe comprometerse con el mundo. Para mantener la coherencia y evitar dobles estándares, proponemos:
Armonizar los contactos diplomáticos entre los Estados miembros, las instituciones y terceros países, dando prioridad a la representación diplomática en esos países por parte de personal de países de la UE sin legados coloniales o imperiales significativos.
Integrar la Política Exterior Feminista (PEF) dentro del MAEUE y los Ministerios de Asuntos Exteriores de los Estados miembros. Internamente, esto requerirá garantizar la participación igualitaria de las mujeres y otros grupos interseccionalmente desfavorecidos dentro del servicio diplomático de la UE, abarcando roles de liderazgo. En el exterior, la UE promoverá la participación igualitaria en negociaciones y acuerdos de paz en los que participen otros actores internacionales.
Una visión para una unión más amplia, más fuerte e inclusiva
La ampliación sigue siendo el instrumento de política exterior más potente de la UE; con la capacidad de transformar voluntariamente países en democracias liberales pacíficas, prósperas e inclusivas. Por lo tanto, es imperativo renovar el compromiso con la ampliación de la UE, lo que requiere un enfoque más flexible y "por etapas" que permita a la UE y a los países candidatos prepararse adecuadamente para la adhesión de aquí a 2030. Tras un proceso basado en el mérito alineado con los criterios de Copenhague, proponemos que la UE debería:
Introducir una metodología de ampliación por etapas centrada en “etapas” graduales de membresía en la UE. A medida que los países candidatos avancen en la implementación de reformas y se alineen con el acervo de la UE, obtendrán progresivamente un mayor acceso a los recursos de la UE, incluido el presupuesto de la UE y la participación en las instituciones de la UE. Estas etapas serán reversibles en caso de reveses en las reformas. El Gobierno europeo (anteriormente Comisión) seguirá este proceso mediante evaluaciones cuantificadas, en sustitución del actual método cualitativo.
Alinearse con otras organizaciones no pertenecientes a la UE: el nuevo proceso de adhesión por etapas con membresía, como la Comunidad Política Europea (CPE) y el Consejo de Europa. Esta alineación evitará que el nuevo proceso se convierta en una alternativa a la membresía y garantizará un enfoque cohesivo en lugar de crear una Europa de múltiples velocidades.
Brindar apoyo especial a las naciones que enfrentan una agresión extranjera como Ucrania, con compromisos adicionales a largo plazo de la UE en términos políticos, financieros y militares para asegurar su camino hacia la adhesión a la UE. Es importante destacar que este apoyo no discriminará los procesos de adhesión de otros países candidatos. Además, los activos financieros incautados como resultado de las sanciones contra los Estados agresores se redireccionarán hacia la financiación de los esfuerzos de reconstrucción y otras formas de ayuda de la UE a estas naciones afectadas tras una revisión legal adecuada.
Una capacidad militar autónoma
Nuestro objetivo a largo plazo es unas Fuerzas Armadas europeas a gran escala, en las que los ejércitos de todos los Estados miembros se hayan integrado bajo el control democrático de una democracia representativa europea. Esto permite a la UE defender sus valores e intereses de manera más efectiva y eficiente, proporcionando una soberanía significativa a la ciudadanía europea. Para ello proponemos:
Reformar la Agencia de Defensa Europea para convertirla en un Ministerio Europeo de Defensa, creando una institución centralizada responsable de supervisar los esfuerzos de defensa europeos, incluida la investigación, las adquisiciones y la cooperación industrial.
Establecer un Cuartel General Militar Europeo, responsable de redactar estrategias y tomar decisiones operativas clave con respecto a las operaciones de las unidades militares de la UE, en particular el RDC y el ERF. Operará bajo el Ministerio de Defensa y debería contar con el apoyo de una Academia Militar Europea que educará, capacitará e intercambiará una generación de personal con una cultura militar conjunta.
Fortalecer la eficacia a través de la integración regional y las unidades de la UE, permitiendo el desarrollo de ventajas comparativas y aumentando la interoperabilidad entre los estados miembros con el tiempo. Ampliaremos aún más la Capacidad de Despliegue Rápido agregando más perfiles de misión. Además, la UE debería crear una Fuerza de Respuesta Europea permanente de 60.000 efectivos equipada con el más alto espectro de activos terrestres, aéreos, navales y espaciales, para proteger mejor a sus ciudadanos de las amenazas emergentes. La decisión de desplegar estas fuerzas se tomará mediante una votación por mayoría cualificada a través de ambas cámaras.
Autonomía estratégica de defensa de la UE
Para lograr autonomía estratégica en defensa, es imperativo que la UE consolide y expanda su industria de defensa, permitiéndole desarrollar y adquirir colectivamente capacidades militares y competir eficazmente en el escenario global. Visualizamos una economía de escala para la industria de defensa europea, basada en un equilibrio socioeconómico entre competitividad y equidad, evitando los monopolios y estableciendo condicionalidades sólidas. Por lo tanto, proponemos que la UE debería:
Empoderar al Ministerio de Defensa Europeo para identificar necesidades de capacidad e iniciar contratos competitivos para proyectos conjuntos de investigación, desarrollo y adquisición de defensa. Los contratistas seleccionados recibirán financiación del presupuesto de la UE bajo estrictas condicionalidades destinadas a prevenir los monopolios y fomentar la competencia, particularmente de las PYME y los Estados miembros más pequeños. Deben estar en consonancia con la transición verde y digital y otras normas y, al mismo tiempo, generar nuevos empleos en regiones económicamente subdesarrolladas de la UE con un gran potencial.
Potenciar la Iniciativa Europea Conjunta contra la Disrupción, para transformarla en una fuerza impulsora para el desarrollo de tecnologías de defensa estratégicas emergentes y disruptivas. Esta iniciativa debería centrarse en áreas en las que la UE puede lograr competitividad global, como el desarrollo de capacidades cibernéticas, tecnologías neutras en carbono, computación cuántica y capacidades espaciales.
Consolidar los instrumentos de financiación de la defensa de la UE, fusionando los instrumentos de financiación existentes relacionados con iniciativas conjuntas de defensa, incluida la investigación, el desarrollo y la contratación pública. Este instrumento se convertirá en un componente permanente del Marco Financiero Plurianual en el próximo ciclo presupuestario y recibirá al menos el 6% del presupuesto de la UE. Además, establecerá un nuevo objetivo que exigirá que al menos el 60% de todo el gasto en defensa de los Estados miembros se asigne a proyectos colaborativos.
Integrar la industria de defensa de la UE en el mercado interior, eliminando gradualmente el proteccionismo industrial nacional y creando economías de escala sustanciales. Se compensará mediante la creación de centros de defensa regionales de la UE (industrias, educación, etc.) alrededor de los países líderes, con la participación de pymes y empresas de los Estados miembros vecinos más pequeños.
Desarrollar reglas comunes para las exportaciones de armas para las empresas de defensa de la UE que operan fuera de la UE, con estrictos mecanismos de aplicación establecidos.
Crear iniciativas de base para la resiliencia a través de un programa destinado a apoyar y financiar iniciativas de base dedicadas a la resiliencia digital y cívica contra amenazas híbridas. Estas iniciativas contrarrestarán actividades como las campañas de interferencia electoral llevadas a cabo por "fábricas de trolls" de terceros países.
Fortalecer el pilar europeo dentro de la OTAN
La relación transatlántica sigue siendo de suma importancia para promover la seguridad europea. Por lo tanto, la UE debería desarrollar un pilar europeo dentro de la OTAN, otorgándole la capacidad de actuar de forma autónoma, cuando sea necesario, manteniendo plenamente la cooperación y la integración con la OTAN. Para ello nos proponemos:
Establecer un Grupo de Coordinación Estratégica UE-OTAN, es decir, un órgano directivo político para facilitar una cooperación estructurada y de largo plazo entre ambas entidades. El Grupo desarrollará un Documento Estratégico Conjunto, que describirá las prioridades compartidas, las percepciones de amenazas, los requisitos de capacidad, la disponibilidad de fuerzas y las áreas de especialización. También delineará roles regionales y temáticos, particularmente en lo que respecta a las divisiones de roles en Europa y el Indo-Pacífico, y abordará tecnologías emergentes y disruptivas críticas para la defensa.
Mejorar la resiliencia de las infraestructuras críticas, tomando medidas concretas para garantizar la eficacia de las infraestructuras críticas en la región euroatlántica, por ejemplo, la red de la cadena de suministro militar euroatlántica, incluidos los cables internos subterráneos, la infraestructura energética y la movilidad militar.
Impulsar una disuasión estratégica
La Unión Europea es firme en su búsqueda de un mundo libre de armas nucleares y pretende asumir un papel de liderazgo en la movilización de la comunidad internacional hacia ese objetivo. Sin embargo, la UE también debe mantener una capacidad estratégica creíble y autónoma para disuadir cualquier posible agresión contra su soberanía e integridad territorial. Por lo tanto, proponemos que la UE debería:
Promover la prohibición de las armas nucleares, apoyando el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares como una estrategia a largo plazo para el desarme nuclear global, condicionada a su alineación con la necesidad fundamental de mantener una disuasión estratégica creíble, en caso de que la necesidad persista.
Transferir el control de la disuasión nuclear francesa bajo la autoridad política del Gobierno europeo. Con el tiempo, su personal, sistemas y procedimientos se integrarán plenamente en las estructuras europeas.
Desarrollar un sistema de defensa estratégica capaz de contrarrestar eficazmente las amenazas aéreas al territorio de la UE, incluida la capacidad de responder a ataques nucleares (balísticos) limitados.
Establecer una capacidad de ataque convencional, proporcionando una gama más amplia de opciones a lo largo de la escalera de escalada, minimizando la dependencia de la disuasión nuclear siempre que sea posible.
Impulsando un sistema multilateral reformado
La UE siempre se ha posicionado como líder del orden multilateral. Sin embargo, el panorama multilateral necesita reformas para lograr una mayor legitimidad e inclusión. Para lograrlo, proponemos que la UE debería:
Adoptar un acuerdo integral contra las pandemias, implementando un marco sólido de prevención, preparación y respuesta ante una pandemia con el mandato de recopilar información integral. Se dedicará especial atención a cerrar la brecha de capacidad sanitaria en los países en desarrollo.
Reestructurar el sistema financiero global, promoviendo la inclusión y la equidad para abordar de manera efectiva el financiamiento climático para los países en desarrollo. Iniciativas como la Cumbre de París para un Nuevo Pacto de Financiamiento Global serán integrales. Se acelerará la ratificación de una tasa impositiva corporativa mínima global.
Establecer nuevos recursos propios para la ONU, creando mecanismos financieros como un Dividendo de Recursos Globales o una Tasa Tobin para financiar e incentivar transiciones alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y distribuir la carga financiera en la ONU de manera más equitativa.
Apoyar una Asamblea Parlamentaria de las Naciones Unidas para fortalecer la legitimidad democrática de la ONU y crear un precedente para la democracia representativa que podría ampliarse aún más en su mandato y alcance en el futuro, incluyendo la anulación de vetos por parte de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta asamblea debería adoptar un sistema de votación representativo, considerando factores como la población y el peso económico.
Reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, aboliendo los escaños permanentes y, en el corto plazo, instituyendo una elección regular por parte de la Asamblea General (más tarde la APNU) de un grupo de agrupaciones regionales. Este Consejo debería aumentar el número total de escaños para reflejar mejor la diversidad regional, económica y poblacional, incluso otorgando escaños a organizaciones regionales. Además, la votación por mayoría cualificada debería reemplazar la unanimidad en asuntos relacionados con genocidio, crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra, incluidas las resoluciones que legitiman intervenciones militares.