Política para limitar y revertir los efectos de la despoblación
La despoblación rural es una de las consecuencias más trágicas de nuestro modelo económico social y político. Y, sin embargo, esta tragedia ha sido aceptada como una consecuencia inexorable contra la que no es posible luchar. Impasibles, hemos dejado pasar el tiempo viendo como nuestra inacción causaba abandono y desaparición de pueblos, patrimonio y tradiciones.
La despoblación constituye una aguda amenaza para el olvido colectivo y el bienestar de la vasta mayoría geográfica del país. El tiempo para revertir esta compleja situación se reduce mientras el problema se agrava. Pero aún no es irreversible, todavía podemos salvar el mundo rural del abandono al que se ve abocado por las políticas discriminatorias de la actualidad. Desde Volt Europa, alzamos nuestra voz por aquellas regiones que la padecen y nos desmarcamos del réquiem que las esferas políticas parecen estar oficiando por la España vacía.
¿Por qué defender al medio rural de la despoblación? Esa es la pregunta a la que muchos responden con una postura escéptica en cuanto la entienden como una consecuencia inevitable en nuestro modelo de sociedad. La respuesta desde Volt Europa es múltiple. Esta defensa supone disminuir el coste medioambiental y social que tienen las grandes acumulaciones de las ciudades, así como el coste de su mantenimiento económico y logístico. Igualmente, implica la conservación rural, medioambiental, patrimonial y tradicional, el fomento de la pluralidad en las maneras de concebir diferentes modelos de vida y, en suma, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en un entorno que debería entenderse de lujo.
Determinados a revertir la situación, proponemos en este documento una serie de medidas para combatir la despoblación rural, cuyo punto común de partida pasa necesariamente por incentivar un cambio de paradigma en la sociedad, que nos acerque a entender un modelo de vida distinto, centrado en la sostenibilidad, en el respeto al medio ambiente y en blindar la calidad de vida a la que tiene derecho las áreas rurales, que bien podemos denominar desde Volt Europa como neorruralismo.
Es necesario el cambio de un paradigma económico para frenar la despoblación. Pues, tal y como es evidente, el actual tan solo ha propiciado la crisis en la que nos vemos inmersos. Ruralismo ha de ser sinónimo de sostenibilidad. El desarrollo rural ha de ser sostenible, siguiendo las líneas de la agenda 2030 y los ODS; desmarcándose por ende del modelo dañino de las grandes urbes que tal y como ha sido demostrado es diametralmente opuesto a la sostenibilidad. Este desarrollo deberá ser incentivado por un impulso económico verde de modelo circular. El cual, se realizará mediante un despliegue de medidas como adquisición pública verde, empoderamiento de marcas de origen, así como inversión pública en infraestructuras y servicios públicos rurales.
Debemos reconocer la excepcionalidad de la idiosincrasia rural y el peligro que esta corre. En consecuencia, es una utopía pensar que el mundo rural por sí mismo será capaz de sobrevivir dignamente a la competitividad de las zonas industrializadas y urbanizadas. Este modelo discriminatorio debe ser mitigado con un cambio en el régimen fiscal, económico y laboral rural que resulte empoderante para la España vaciada. De esta forma se mejorará el atractivo económico-laboral de las regiones en riesgo de despoblación. Esta, resulta una medida imperativa pues no hay nada más injusto que la igualdad entre los desiguales.
No es aceptable el desamparo institucional de las áreas rurales a las que, de facto debido a causas logísticas, se las niegan derechos esenciales como el acceso a una sanidad y educación dignas. Con frecuencia, nuestros pueblos se convierten en pequeñas islas debido a la inexistencia de un transporte regional. Esta ausencia, obliga a que jóvenes y mayores deban abandonar el medio rural por no tener opciones a desplazamientos plausibles que les permitan acceder a procesos formativos y sanitarios que requieren. La conectividad del mundo rural es conditio sine qua non para la supervivencia de este. Debemos apostar por el desarrollo de una red de transporte público regional y verde que no condene al aislamiento a los núcleos poblacionales más pequeños.
Si bien es cierto que no es posible obviar la realidad dramática en la que muchas zonas rurales se encuentran demográficamente. Por ello se ha de tener siempre en cuenta que, pese a que lo óptimo sea desarrollar progresivamente medidas a medio y largo plazo encaminadas a la reorganización del territorio para su pervivencia y gestión sostenible y eficiente a lo largo del tiempo, jamás esto debe suponer un abandono de las mismas, por lo que a corto y medio plazo siempre habrá que apostar por brindar los servicios básicos para todos sus habitantes, en búsqueda de un Estado de Bienestar sustentado en el derecho a la igualdad que promulga la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
Así pues, el compromiso institucional debe ser claro y comprometido. La estructura institucional actual desampara las zonas rurales y esta ha de ser reformada con el fin de dotar a las regiones despobladas con un margen de acción que las salve del colapso al que se dirigen.
Con el compromiso de evitar la desaparición de los pueblos y su incalculable patrimonio, con la determinación de hacer de estos las puntas de lanza para la sociedad basada en la sostenibilidad y la justicia social, y con la confianza de que el mundo rural es el mejor guardián de nuestra calidad de vida, medio ambiente e identidad; Volt Europa se enorgullece de presentar este paquete de medidas para frenar la agonía que padece el mundo rural.
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